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18

111 TOl\IA

bien :

á

Jo mismos amigos de Ja paz, á lo ma conmo ido por la u r

del rey y que deseaban alvarlo, les era difícil refutar la acu acíones d

los independientes. Los devotos pre bilerianos al mi rno tiempo,

i

bien

que moderados en sus opiniones polllicas, eran invenci bles en su odio para

con el episcopado, y no querian admitir en cuanto al triunfo del pacto, oí

medio término ni dilacion. Se había además inculcado en lo ánimo , quo

de pues de tantos males atraídos al pafs por la guerra, era preci oque n

el partido vencido, siguiendo la legal respon abilidad y para atisfacer

á

la justicia divina manífe tada en lo santos libros por admirable ejemplo ,

el crírnen de los erdaderos culpados fuese espiado con uca tigo. e di -

putaba sobre el número : los entusía tas populares querían una multitud

de escepciones en Ja amni tía que debfa proclamar la paz; lo pre bite–

riano solo pedían siete, pero con inaudita ob tinacion, porque reian que

renunciando aceptaban su propia condenacion. Iezquina preocupa ione

odiosos sentimiento , se oponían de e ta uerte en el mismo partido paci–

fico al éxito de lo tratado . inco veces dprante su cur o, e ' otó r¡ue lo

ofrecimientos ó concesiones del rey eran insnficiente .

En e tas incertidumbre el tiempo eñalado para la dura ion de la

conferencia acababa de espira1 ; e prorogó tres vece ; e decidió que lo

domingos

y

día de fiesta no serian contado , pero in ceder en nada ni dar

ú

los negociadores nuevas instrucciones ni la menor libertad.

i

1

rey por

uparte en nombre de suhonor y ufé, declaraba que no.concedería ma :

«Soy, decía, como aquel capitan que por no recibir de u

je.fe

ningun

socorro, tiene perrni ode rendir la plaza.-Ello no pueden, decía, ocor–

rerme cuando yo lo pido, que me socorran pue uando puedan; ntr

tanto yo sostend é mi plaza ha ta que una de su piedra me sirva

el

tumba.- Yharé lo mimo, repopia, por la igle ia de Inglaterra.i> El ne–

O'Ocio continuaba en el mismo estado, vano, y propio solamente

á

hacer

e tallar la an iedad de los partidos, ob tinado uno y otro en de preciar

rehu ar la ley de Ja necesidad.

Todo no obstante se precipitaba en su alrededor, tomando de hora en

hora un carácter mas amenazante. De pue de dos me es de lama obsti–

nada resi tencia

á

favor del hambre

y

sedicion, rindióse al .fin olchester,

al otro día un con ejo de guerra condenó

á

muerte

á

lre de su ma va–

lientes defensores, sir Cárlo Luca , sir George Li Je

y

ir Bernardo Ga -

coigo, para ejemplo, segun dijeron, de Jos rebeldes que en lo suce ivo in–

tenta en imitarle . En vano los demá pri ionero lord Capel

á

u frente,

pidieron

á

Fairfax que u

p~ndi

ra Ja ejccu ion,

mandas matarlo

á