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DE LA BEVOL CIO ' DE lNGLATEfll\A .

32 ·1

para d m trar su descontento e ab tuvo de responder. El espediente

conveoia

n

cobarde y valiPntes, y asi e decidió por una gran mayorla

despues de dos debates. Pero el dia llegó en que las victorias no sfrvie–

ron sino para precipitar la catástrofe-: tanto fuera como dentro de We t–

minster la efervescencia y confusion llegaba á lo sumo : ya se hablaba

del cercano regreso de Cromwell,

y

el ejército anunciaba sus deseos de·

marchar hácia Lóndres.

Los realistas perdieron toda esperanza , solo deseaban ó deshacerse

ó venga1 e por cualquier modo de u enemigos : mucho miembros re–

publicanos fueron in ultados y asaltados por las calles ; mucho avisos

llegaron

á

Fairfax, hasta de Francia, que dos caballeros habían resuelto

ase inarle en Saint-Albans : en Duncasler, entre una pandilla de veinte

hombres levantada ycapitaneada por Rainsboroug, hubo tre que loma–

taron

á

puñaladas cuando se les quería escapar : al mismo tiempo corrió

la voz de que e formaba una conspiracion para asesinar al salir de We l–

minster á ochenta miembros de los mas inQuyentes_Finalmente en e le

de encadenamiento anárquico, se supo para mas conflicto que dentro de

do dia estaria Cromwell en el cuartel general; que en la i la de Wigbt

el gobernador Rammond , so pechoso de demasiado miramiento hácia el

rey y pal'iamento, recibió órden de Fairfax de dejar su destino , volver

al ejército

y

entregar al coronel Ewers la custodia del rey;

y

que con–

esta novedad, sobrecogido Cárlos de temor, dió fin á las conferencias de

Newport,

y

el mismo dia los comi ionados portadores de sus ofreci–

mientos definitivos se pu ieron en camino para dar cuenta al parla–

mento.

Llegaron en efecto al otro dia, conmovidos todos por el peligro en

que habian dejado al rey, y de sus última palabras: «Milores, les ha–

bía dicho, veuis á despediros de mi, y creo que no nos veremos mas;

pero bága e la voluntad de Dios

1

yo le doy gracias ; estoy en paz con

él; sufriré in temor cuanto disponga que bagande mi los hombres.

'li–

lores, no podeis dejar de conocer que en mi ruina debeis ver acercarse

la vuestra. Ruego

á

Dios que o dé mejores amigos que

á

mi. ada ig–

noro de la conspiracion tramada contra mi y lo mios; nada me aOige

tanto como los pe are de mi pueblo

y

el presentimiento de los males

que le preparan e tos hombres que siempre hablando del bien público no

se inquietan sino para dar oido

á

su propia ambicion.i> Apenas oonclui–

da la relacion de los comi ionado , aunque las nuevas concesiones del

r

y

difirie en un poco de aquella que tantas veces babia rehu ado , los

:d