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lll TOnIA
riano lo rehu aron en nombr de la arta de la
1
«
eñor pre id nte, dijo Denis Dond, o curo republicano, esto eñore
pretenden que la cámara no tiene derecho de juzgar á milord orwich
ni
á
ningun otro lord, porque es contra la gran carta, y no deben er
juzgado ino por lo pares; pronto vendrá el dia, a i lo espero, en que
I rentleremos· al roa or de esto lores, sl lo merec , in que r¡ada tengan
que ver esto pares; y encontraremos, como no lo dudo, honrados fir–
mes juece , para juzgarlo
á
pesar de la gran
c~rta.
i>
La cámara de echó la peticiones; pero otras le ucedioron de re–
pente ma esplfcitas y temible... , porque venian de lo regimientos d
Ireton, lngoldsb , Heelwood, WaUey, verton, y pedían formalmente
á
los di¡ utado ju licia del rey, devolviendo á Fairfax al on jo general
del ejército;
<<
olamente capaz, decían ello , de del ner el de a tre que
nos amenaza, a ea on sus repre entacione
á
la cámaras, ya pClr lr
ualquier medio.
n
El consejo abrió en fe
(o
u se ione
1
2 no-
' iembre el presidente hizo saber
á
la cámara que uno oficiales estaban
ú.
la puerta, on el oronel Ewers
á
u frente, y que venían en nombr
del general ol jército para presentar una peticion. on i tia e ta n
una larg s
1
ie de cargo
¡
arecida
á
la que iete año antes n igual dla,
lo diputados habian dirigido al rey, para romper decididament on
1,
ú
u jemplo el ejórcito enumeraba en este Lodo lo males todo lo
temores de la Inglaterra, lo imputaba
á
la molicie de la · áméJ:ra ,
á
su
olvido de los público intere es, y á su negociacion
on ol re ; le in–
timaba
á
que solemnemente le formaran cau a;
á
que p1· clamaran la
oberania del pQeblo,
á
que decretaran que en lo uce iv
1
re eria
llegido por sus repre entantes,
á
que pu ieran un t rmino
á
su propia
legi !atura decretando al separar e la igual reparticion del derecho de
sufragio, la regularidad de Jos futuros parlamento ,
y
toda la reforma
de eada de los hombre de bien; y por úllimo amenazaba, aunque con
palabras cubierta , con
qu~
1
jército trataria de alvar él mi mo
la
pa–
tria
i
permanecia por ma liempo comprometida por la negligencia óde–
bilidad de hombre , que al ndido todo, olo ran como lo soldados unos
mero delegados servidore de su conciudadano .
A e ta lectura e levantó de todas parte una discusion
ó
griterla
tempestuosa : lo independi nte colt, Holland Wentwort pedian á vo-
ce que en el acto se die e gracia al ej rcilo por u franco
animo o
onsejo
;
lo pre biteriano , alguno con indignacion, otro aduland
lo oficiales, qu rian que la ámara manife
la
e u par r : pero ta