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DE L.\ fiE\'OL GfON DE JNGLA1'Efü\A.

la Dunas ; Haiu borough , vice-almirante, parLió inmediatamenle para

contener

á

lo marinero·, pero estos no quisieron reconocer su auLoriclad ,

embarcaron

á

todos lo oficiales en una chalupa, lo dejaron en ti rra ,

y

se declararon por el rey sin ning·un jefe de mayor caLegorla que coutra–

maeslre : hicieron vela para Holanda, donde el duque de York , que ha–

bia logrado fugarse de

~aint-Jame

, y muy luego el príncipe de Galles,

tomaron el mando. En Lóndres mismo tenian lugar muchas con piracio–

nes, circulaban proclamas realista , grupos armados Lra pa aban la ciu–

dad para reunirse

á

algun cuerpo de insurgentes; la casa del conde de

Holland, la del jóven duque de Buckingham, e taban

á

toda horas llenas

de descontento qu.e iban

á

aber el dia, hora

y

punto en que debían e -

tallar las sediciones. Por todas partes la insurreccion, en fin, hervia co–

mo indomable incendio , se propagaba, abrumaba mas

y

mas

á

We L–

minster; y todos los esfuerzos del comí ionado de Derb -llou e, donde

dominaban los independientes, toda la habilidad de ane y aint-John

en provocar .denuncias y descubrir tramas , no impedían que el grito de

JJios

y

el 1·ey

Cárrlos

resonase sin cesar en Jos mismos oídos del parla–

mento.

Los mismos presbiterianos se asu laron : los escocese , suma ílrme

apoyo, no acababan de lleg·ar; veían cercano el momento de caer en po–

der de los realistas, unos dominadores del movimiento, y que desp1·e ia–

ban sus instituciones y dog·mas como cualquier otro; maldecían indi lin–

tamente las cámaras; pedían las leyes y la monar9ufa de la vieja Ingla–

terra; desprecia.han con insulto los austeros rigores del nuevo culto, se

entregaban

á

juegos prohibidos; celebraban fiestas suprimidas, y volvían

á

levantar los caídos árboles de mayo. e recibió por Bammond la noti–

cia de que no pudo el rey escaparse, y los mas moderados temblaban al

pensar, que podía presentarse á las puertas de Lóndres,

á

la cabeza de

muchos millares cie insurgentes : odios de partido, deseos de paz, temo–

res de lo venidero, todo cedió

á

tan inminente peligro. Para quitar á la

rebelion su mas especio oprotesto se votó que empezarian nuevos trata–

dos,

y

la municipalidad obtuvo el entero desquite de su alderman. kip–

pon tomó el mando de la milicia, el coronel

West.el

de la torre, del que

le había separado Fairfax ; un bando contra la heregía

y

la blasfemia,

que en ciertos casos llegaba hasta conminar con la pena de muerle, fue

la señal de haber vuelto los presbiterianos al poder.

Al propio tiempo fue rehusada toda concesion bácia los realislas; se

desterró de nuevo de Lóndres bajo las mas severas pena

á

los papi la

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