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DE L REVOL CIO

DE INCLATERRA.

2 5

mbarcar e

y

retirar e á la isla de Jersey, en donde la facilidad de pa ar

al continente obUgaria á sus enemigos á ser ma tratables. El contaba

aun, despue de su secreta prome as, con Ja buena voluntad de los ofi–

iale ; e Ji onjeaba qne su frialdad solo era forzo a y aparente ; que en

la próxima reunion impondrian silencio á los agitadore , re. tablecerian la

di cíplina, y volverían á abrir con él las negociacione . o quería por

onsiguiente salir de Inglaterra

hasta

esta última prueba. Entre tanto la

idea de la fuga se le hacia mas familiar y necesaria ; se le dijo que un vi–

ionario aleman se habia presentado al qonsejo de los agitadores anun–

ciándose como encargado de profetizar la voluntad del cielo; pero que

á

la ola palabra de reconciliar e con el rey no le quisieron escuchar.

De mil maneras

y

por todos estilos, CromweU le in inuaba que era ne–

cesario huir. Alguno, no se sabe quien, habló al rey de la isla de Wight

como de un conveniente

y

seguro asilo: tocaba con la tierra firme; la po–

blacíon era realista y muy poco hacia que el coronel Hammond, sobrino

de uno de los mas fieles capellanes del rey, babia sido nombrado gober–

nador de ella. Cárlos prestó mas oídos á esta idea que á ninguna otra y

tomó algunas señas, haciendo al propio tiempo algunos preparativos (1).

on todo aun dudaba, y buscaba por todas partes algun pretesto para

decidirse. Un astrólogo, William Lilli, se babia hecho entonces famoso en

Lóndres ; era inclinado al partido popular , pero á nadie negaba sus

predicciones y avisos. El rey encargó á una mujer místris Whorewood que

1

e consultara en su nombre á donde le convenia fugarse ; y de mil libras

esterlinas que le acababa de en iar el alderman Adams, perfecto realista,

entregó .quinientas por su mision á mistris Whorewood. olemnemente in–

terrogados los astros, Lilli respondió que el rey debía retirarse hácia el

Este, en el condado de Es ex, á veinte millas de Lóndres , y mistris

Whorewood se apresuró

á

lle ar á Hamtoncourt esta re pue ta.

Cárlos sin embargo no la había esperado : el 9 de noviembre , una

carta anónima escrita al parecer por un intimo amigo, le acababa de ad–

vertir que el peligro se aceleraba ; que la

i

pera en una nocturna reu–

nion los agitadores habían resuello deshacerse de él y que todo era de

temer si no e ponia inmediatamente á seguro de un atentado. Otro aví-

(i)

E lo resulla evidenlemenle de una relacion encontrada en la babilacion del

re en la

i

la de ' iglll, dirigida d pue de la re lauracion

á

Cárlos H por John

Bowrin¡;, quien era empleado

entonce~

en los ecrelo manejos du Cárlos I, aun–

que de linaje o curo.