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DE L REVOL CIO
DE INCLATERRA.
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mbarcar e
y
retirar e á la isla de Jersey, en donde la facilidad de pa ar
al continente obUgaria á sus enemigos á ser ma tratables. El contaba
aun, despue de su secreta prome as, con Ja buena voluntad de los ofi–
iale ; e Ji onjeaba qne su frialdad solo era forzo a y aparente ; que en
la próxima reunion impondrian silencio á los agitadore , re. tablecerian la
di cíplina, y volverían á abrir con él las negociacione . o quería por
onsiguiente salir de Inglaterra
hasta
esta última prueba. Entre tanto la
idea de la fuga se le hacia mas familiar y necesaria ; se le dijo que un vi–
ionario aleman se habia presentado al qonsejo de los agitadores anun–
ciándose como encargado de profetizar la voluntad del cielo; pero que
á
la ola palabra de reconciliar e con el rey no le quisieron escuchar.
De mil maneras
y
por todos estilos, CromweU le in inuaba que era ne–
cesario huir. Alguno, no se sabe quien, habló al rey de la isla de Wight
como de un conveniente
y
seguro asilo: tocaba con la tierra firme; la po–
blacíon era realista y muy poco hacia que el coronel Hammond, sobrino
de uno de los mas fieles capellanes del rey, babia sido nombrado gober–
nador de ella. Cárlos prestó mas oídos á esta idea que á ninguna otra y
tomó algunas señas, haciendo al propio tiempo algunos preparativos (1).
on todo aun dudaba, y buscaba por todas partes algun pretesto para
decidirse. Un astrólogo, William Lilli, se babia hecho entonces famoso en
Lóndres ; era inclinado al partido popular , pero á nadie negaba sus
predicciones y avisos. El rey encargó á una mujer místris Whorewood que
1
e consultara en su nombre á donde le convenia fugarse ; y de mil libras
esterlinas que le acababa de en iar el alderman Adams, perfecto realista,
entregó .quinientas por su mision á mistris Whorewood. olemnemente in–
terrogados los astros, Lilli respondió que el rey debía retirarse hácia el
Este, en el condado de Es ex, á veinte millas de Lóndres , y mistris
Whorewood se apresuró
á
lle ar á Hamtoncourt esta re pue ta.
Cárlos sin embargo no la había esperado : el 9 de noviembre , una
carta anónima escrita al parecer por un intimo amigo, le acababa de ad–
vertir que el peligro se aceleraba ; que la
i
pera en una nocturna reu–
nion los agitadores habían resuello deshacerse de él y que todo era de
temer si no e ponia inmediatamente á seguro de un atentado. Otro aví-
(i)
E lo resulla evidenlemenle de una relacion encontrada en la babilacion del
re en la
i
la de ' iglll, dirigida d pue de la re lauracion
á
Cárlos H por John
Bowrin¡;, quien era empleado
entonce~
en los ecrelo manejos du Cárlos I, aun–
que de linaje o curo.