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DE LA REVOLUCION DE INGLATEnnA.

291

de oficiales una proclama enérgica que reprendía

á

los nuevo agítado–

res, su sedicío a

ma~uinaciones,

y los peligros que iba

á

orrer el ejér–

cito; recordábansele la pruebas de afecto

y

fidelidad que les habían

dado sus jefe , los triunfos que habían obtenido bajo su mando;

y

por

último se les prometía o tener en el parlamento la voluntad ele lo sol–

dado , ya fuese en prn de ellos mismo

a en bien de la .patria, con tal

que

á

sn vez firmasen Ja obligacion de olver á entrar en las le

1

e de la

disciplina, ele re petar las úrdenes de sus oficiale .

iete regimientos oyeron esta lectura con aclamacione de gozo. Fair–

fax e adelantú hácia el de Harrison. Apenas la caballería escuchó su

voz

y

prome

as,

cuando lo individuos se arrancaron de su sombreros

folleto y gritaron qüe habían sido engañado

y

que querían vivir morir

con u general. El regimiento ele Lilburne quedaba solo, pero iempre

rebelde

y

violentamente agitado ; ya empezaban á conte tar á Fairfax

con grito sedicio o cuando Cromwell e

ad~lantú

hácia ello : «Quitaos

al momento ele vuestro sombrerns e e papel, dijo

á

Jos soldados;

i>

y

viendo que no lo hacían entró bruscamente por entre la filas, eñalanclo

y

mandando prender á catorce de los mas sediciosos. Formó e en el mis–

mo campo un consejo de guerra

y

tres soldados fueron condenado á

muerte. Di puso en eguida el consejo que entre los sentenciados se sor–

teara uno para ser

eje~utado

en el acto, y la suerte tocú

á

un tal Ricardo

Arnell, fogo o agitador; la ejecucion se hizo al instante, al frente del

regimiento : y se condujo presos á los otros

~os

condenado

y

á u once

compañeros.

El

mayor cott

y

el capitan Bray fueron igualmente arre -

tados; profundo silencio reinaba en la llanura ; todos los batallones mar–

charon á u antiguo acantonamiento; las otras reuniones se veriücaron

sin murmullo, y el ejército entero. olvió á entrar bajo el mando

de.

su

jefe .

No dudaba con todo Cromwell del peligro de este triunfo : cuando lo

vino

á

anunciar á la cámara, entre la gracias que le dieron la mayor

parte de lo que temían

á

lo agitadore

J

los jefes presbiteriano no disi–

mularon su frialdad, ni lo republicanos su ira : los primeros so pecha–

ban de todas la acciones de Cromwell fue e cual fuese su resultado,

y

Jos egundo miraban su conducta en la reunion de Ware como una nue-

a prueba de u traicion. Ludlow se opuso en la cámara á la volacion

de la gracia · altmarsh acudió desde lo ma remoto de su condado,

y

por órden e presa de Dios, segun dijo, para anunciará lo generales que el

eñor les abandonaba

1

a que habían aprisionado á su santos ; en

fin

pa-