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DG LA RGVOLUCION DE INGt,ATERRA.
....29
entró el 29 de agosto en Oxford , no sabiendo que practicar con estas
cortas fuerzas que le quedaban.
.
A los dos dias llegaron
á
su noticia reciente y prodigio as ventajas
de Montrose en Escocia ; no solo en el orte de e le reino
y
entre lo
montañe
e~
triunfaba la causa real, sino que tambien sucedia otro tanto
en el Mediodfa y en las tierras bajas : el
'15
de ago to babia obtenido en
Kil yth la séptima
y
brillantísima victoria contra los parlamentarios. El
ejército de esto quedaba destruido ; Bollrn ell, Gla gow, .y aun Edim–
burgo, habían abierto su puerta al vencedor; e habia dado libertad á
todos los realistas prisioneros ; la grandeza del país se habia en fin de–
clarado por Cárlos : de todas parle huían los jefe parlamentarios, unqs
tí
Inglaterra yotros
á
Irlanda. En
fin~
la caballería de Lesley era llamada
á E cocía para defender la patria, y aun se añadió que ya se dirigía
á
aquel reino.cuando huyó e pautado de Dunca ter.
Al oir e tas gloriosas hazañas, salió Cárlos para marchar contra el
ejército escocés con el objeto de obligarle al meno á levantar el sitio de
Hereford. A. su trán ito por Ragland supo que Fairfax acababa de atacar
á
Bristol, importante plaza de sus posesiones en el Oe te, defendida por el
principe Roberto, y capaz de re istir cuatro meses. Encontrába e
á
una·
jornada de Hereford, cuando supo que los escoceses babian levantado el
itio,
y
e retiraban precipitadamente bácia el Norte. e le instó para que
per iguiese
á
lo fugitivo , que turbados y en desórden atravesaban un
paf enemigo, pue hubiera sido fácil destruirlo . Pero Cárlos e encon–
traba tambien fatigado de una actividad superior
á
sus fuerzas; dijo ser
forzo o ocorrer
á
Bri tol,
y
aguardando la llegada de algunas tropas lla–
madas del Oe te al intento , volvió al ca tillo de Ragland, ya para disfru–
tar de sla morada deliciosa , ó a para hablar con el ma1 ques deWor-
e ter acerca del mi terioso negocio que los reunía.
No bien hubo llegado, cuando recibió la inesperada noticia de que
Roberto habia rendido la plaza de
Bris~ol
al primer a alto, ca i sin resis–
l ocia, sin que nada le falta e aun para la defen a. rande fue la cons–
t
rnacion de árlo , amarga para su alma )a idea de su ruina en el
Oe te.
cribió al príncipe :
«
obrino mio, i bien la pérdida de Brislol
ha sido para mi un golpe terrible, in embargo el modo como habeis ren–
dido la ,plaza me ha.e olvidarlo todo. ¿Qué puedo hacer cuando procede
tan obardemente un hombre por uya ena corre mi sangre?.. . Tanto
e lo que obre el pa1 ticular podria decir que prefiero callar. A.cordao
qua el
12
de ago to me cribisteis que os defenderiais ouatro mese si no