![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0223.jpg)
DE LA RE OLUC!ON DE lNGbATEllllA .
2
J
1
p liticos al mando de la milicia ,
y
los independiente
á
la libertad de
conciencia ;
y
el rey obligado
á
ceder
á
todo , obtenia solo acrificios de
unos que negaban los otros. Uno
y
otro partido se preguntaba además
si con la paz quedaria dueño del poder. El debate.sobre religion e hizo
teológico ; todos querían tener razon,
y
Ja paz era lo de menos. Poco
á
á poco se agriaron las demás cuestiones. Entre los comí ionado de Ox–
ford, Hyde sobre todo era con ultado por lo de Westminster que cono–
cían
s~
créd'ito
y
sus conocimientos. Lord Lowden, canciller de E cocia,
y
los condes Pembroke y de Denbigh hablaron con él larga
y
amisto a–
mente acerca de los peligros del porvenir, de los
sinie~tros
planes qu
fermentaban en el parlamento,
y
de la necesidad en que se encontraba el
rey de ceder en mucho para sal arlo todo . Hyde los escuchaba, pero la
susceptibilidad de su amor propio, uarrogancia
y
tono áspero, ude -
deñosa probidad, ofendian casi siempre á lo que habian
anhela.dogran–
gearse su voluntad. El menor incidente embrollaba la siLuaoion.
ndia dé mePcado, en la iglesia de xbridge
y
dehrnte de un pueblo
numeroso, Love, predicador fanático llegado de Lómlres, habló con la
mayor violencia contra los realistas y el tratado : «De él, dijo, nada po–
demos esperar de bueno ; esos hombres han venido de Oxford con el co–
razon ensangrentado ; quieren solo divertir al pueblo esperando coyuntura
para dañarle : entre este tratado
y
la paz bay tanta distancia como entro
el cielo
y
el infierno. n Los comisionados del rey pidieron que se ca ligase
á semejante energümeno; pero los de Westminster solo se atrevieron
á
desterrarlo de Uxbridge. Corrian
alarmante~
rumores sobre las verdade–
ras intenciones del rey : cediendo, decían, á lo deseos de suconsejopor
nada anhelaba menos que por
lá
paz : promete á la reina no obrar nada
sin su consentimiento, yprocura fomentar las disensiones interiores de las
cámaras. o pechábase
adem~
que trataba clandestinamente con lo s
papi tas de lrlanda,
y
las mas solemnes propuesta de sus comisionauos
no podían disipar sobre e te punto las de confianzas.
. Acercába e entre tanto el tármíno prefijado
á
las
negociacíón~s,
y
el parlamento no se mostraba dispuesto á prolongarla . De alado los
amigos de la paz viendo que iban
á
separarse sin resultado, intentaron
el último esfuerzo . Parecióles que. séria eficaz alguna canee ion del rey
sobre la milicia, como por ejemplo si ofrecía confiar por algunos años
su mando
á
jefes, la mitad nombra os por la cámara . Lord ou–
thampton partió inmediatamente para Oxforu á obtener el cons nti–
miento del rey. Negó e al pronto árlo , pero el onde insistió; como