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202

lfl

T lll.\

lo califique tl inceotliario. Dudo pues que sea prudente intentar esr.a

acu acion in reunir antes las pruebas suficiente ; si en efecto llegan

á

rennirse datos, entonces podrá ser útil con ocarnos de nuevo,

y

entonce

daremos nuestro parecer.»

Mayoard vino

á

decir lo mismo,

y

añadió que la palabra incendiario

· no estaba muy en boga en Inglaterra,

y

daria lugar

á

incertidumbre .

H,olli , taplelon y Merrick se aferraron en su plan , diciendo que Crom–

'' ell no tenia tanta influencia en la cámara; que se encargab·an de acu–

sarlo, y que recordaban muy bien hecho y palabras que le bacian culpa–

ble; pero los comi'ionado escoceses rehusaron empeñar e en e ta lacha.

A la ' dos de la madrugada e retiraron laynard

'i

bitelo

1

e,

y

la con–

~'rcn

ia. no tuvo otro resultado que e citar

á

Cromwell

á

que redoblase

sus golpe , puesto que, c1algun fa! o hermano)) dijo

'i

hitelocke (quizá

fue él mismo) le informó de lo pasado.

Essex y sus amigos buscaron al mal otro remedio : todas sus ideas

se volvieron hácia la paz. unca las cámaras la habían puesto en ol ido;

á

veces se lmcian solemnes mociones, en que la voz del pre idente deci–

dia do la suerte del pal '; los embajadore de Francia de Holanda pa–

saban sin ce ar de Lónclre á Oxford, ofreciendo u.mediaciop, rara vez

sincera,

y

iempre eludida aunque con embarazo . Eran tantos lo que

deseaban la paz, que

~q.die

o aba contrariarla abiertamente,

y

hacia dos

mese que una junta de miembro de amba cámaras y de lo comí io–

naclo escoceses trabajaba eu

red~tetar

las propo iciones. ·De repente

activó este trabajo el partido pre biteriano,

y

en poco dias la proposi–

cione fueron presentadas

á

Ja cámara , di culidas

y

adoptadas, de ma–

nera que el ....

O

de noviembre partieron nueve comi ionado para lle ar–

las al rey. Creíanle en Wallingford,

y

se pre entaron delante de la

plaza;

á

la do horas se les recibió or fin para decirles que el r

y

ha–

bía partido

y

que le encontrarían probablemente en xfurd. Deseaban

hacé1· noche en '\'\ allingford ; pero en vi ta de las amenazas de la guar–

nicion, juzgaron prudente retirarse. Al dia siguiente, ercano ·a de

xford, se detu ieron obre una olina

á

quioiento pasos de ia ciudad,

y

se hicieron anunciar al gobernador. Trascurrieron alguna horas,

y

no

llegaba re puesta. El rey, pa eándose en su jardin, percibió sobre la

olina el grupo que formaban los comí ionados

y

su équito, preguntó

quien eran,

y

dió al instante órden para que fue en introducidos y alo–

jados, e presándoles cuanto sentía haberles hecho e perar tanto. A sa

trán ito por la calle se agrupaba el genlío, lo

JI

naba de in all ,