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UE LA J\EVOLUCIO ' DE 1
'GLATEHl\A.
'J85
mento babia
al~jado
como realdas ; mandábalos el conde de Ormond
rico, valiente, genero o y popular, que ganó dos batallas á los rebeldec:
se congratuló por ello con el rey. Rápidamente declinó el partiJo par–
lamentario en Irlanda, pues los magi lrado que le eran adi lo fueron
reemplazados por otros realistas; en vano el parlamento envió dos co–
mí ionado , miembros de la cámara baja, para grangearse alguna in–
fluencia, pues Ormond les prohibió la entrada én el consejo, y al cabo
de cuatro meses se conoció bastante fuerte para obligarles
á
reembar–
carse.
De de entonces quedó todo el poder civil ymilitar en manos del re ',
quien desembarazado de una vigilancia importuna si bien que impotente,
no titubeó en seguir los planes que e proponía. La reina no babia e–
sado de mantener. con los católico de Irlanda una correspondencia que
no ignoraba sin duda su marido. o era ya la insnrreccion como en sn
principio el de encadenamiento de un .populacho salvaje; obedecía á un
onsejo soberano de veinte y cuatro miembros, residente en Kili enn '
que la gobernaba con prudencia y regularidad, y que mas de una vez
habia dirigiJo
al.reafectuosos mensajes, suplicándole que no por com–
placer
á
sus enemigos quisiese perseguir
á
sus fieles súbditos. Todavía
no se encontraba Cárlo en tal peligro ni en guerra tan abierta con sus
pueblo para aceptar abiertamente semejante alianza; pero
á
lo menos
podía
á
su parecer manifestarse mas benévolo con los irlandese , llamar
á
Ing'laterra al ejército que los compatia, y emplearlo en hacer frente
á
Jos rebeldes mas odio os y temibles. Ormond recibió órden de abrir en
este sentido negociaciones con el consejo de Kilkenny, y entre tanto se
exageró la penuria que en efecto era grande y Ja situacioo desesperada
de los protestantes y sns defensores en Irlanda, para escusarse de tal
proceder. En una larga y patética memoria dirigida al consejo de Du- .
blin e puso el ejército todos sus quebrantos y su resolucion de abando–
nar un servicio que no le era posible continuar. Varias representacione
al rey y al parlamento declaraban lo propio con sentidas quejas. Entre·
tanto
~eguian
la negociaciones, de manera que estaban
á
punto de con–
cluirse cuando fue preso Antrim. A mediados de setiembre, pocos dias
antes de que aceptasen solemnemente las cámaras el pacto con la Esco–
cia, se supo que el rey babia firmado con los rebeldes irlandese una
tregua de un año, que las tropas que combatian .la insurreccion habían
sido llamadas
á
Inglatena,
y
qne cinco regimiento iban
á
desembarcar
en Chester yotros cin00 en Bri tol.