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- 68 -

Hasta en en las Cortes de ese tiempo, ·

el mayor esfuerzo de los liberales de la

Peninsu1a, se mosti-6

en cner:.tión tan

importante

y

grave

como Ja libertad

de comercio cuanto podía

en

ellas los

funestos hábitos del pasado [122].

ce

El resultado a<lverso

qae

¡tuvieron

las dos grandes cuestiones de la me–

diación británica [en Ja guerra de Co·

Jombia]

y

del

C'Oruercio

libre, mani·

fe~t.arou

á los diput.ados americanos

que sufrían extremadamente de Jama–

la voluntad

y

de las pasiones preocu·

padas de los europeos,

y

á las diferen·

tes provincias de ambas Américas que

nada

debí.an

esperar de las Cortes e_s·

mento lo que antes no ha. sido. Asi, por

fjemplo,

ha

ta

en materia económi<'a

la

junta que nombró

Carlos IV

para que

in·

formara sobre el estado de la hacienda pto·

voc6 un «de ccrntento público» ((muy gene–

ral11 contra

ella

((por la entereza

y

libertad

con

que

hablaban

(LJ.füentt>,

obra citada,

tomo

IV,

Barc~lona

J883,

pág.

835).

[122]

«Esta Jibe.rtad tan ansiada se neg6

definitivamente por las Cortes en 13 de

Agosto de

rn12.

Los diputa.dos amerí".la.nos

manif staron en la discu ión la mayor

lí·

baralidad de principio , sosteniendo aquea•

ta medidff, qua

juzgaban

de vital impor–

tancia para la

felicidad <ie su patda; por el

contrario los españoles, defondiendo el mo–

Jlopolio de

la .Penfosula.

con sus colonias,

se presentaron

á

la faz del mundo clviliza·

do como

unos hombres de¡miras estrechas,