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cir después pendencias
y~odios
entré
claBes
y
gremios» (79]
uLa
holganza. por una parte, y la
afi~n
natural del pueblo
á
las fies·
tas, fomentada y prott>jida por la Cor·
te, redujo de tal modo !os dias de tra·
bajo, que hubo afio en que apenas lle·
garon
á
cien to. .
En
estas fiestas pade·
cia rudamente la moralidad y sólo
ganaba el r.lero, porque la mayor par··
te tenían un pretexto religioso. Se
Rgregaron
á
los domingos las pascuaEl,
)ali
vl~pet
as, las fiestas de los patro·
nes
y
de las parroquias, las octavas,
los autos de
fé,
las novenas, las proce·
siones,), etc., y
ccuu
sin número de ro·
ruerias que no escritor tan grave como
GuevaTa llamaba
rmnerías)>
f80].
ce
Los C!lsawientos y na.cim1ento8 de los
reyes se celebraban con fiestas suntuo·
sas que dejaban empefiados el erario,
el muni ipio
y
la nobleza. Cuando na·
ció Felipe IV en Valladolid, hubo
quince dias de continua fiesta, con sa–
r8o ,
ton~s
y
cafia , mascaradas
y
con·
vites de
1200
cubiernos con el servicio
de oro y plata, Eevándut!e el almirante
inglés Uarlo Howart gran cantidad
79 Picato te, obra citada, tomo III,
pá·
ginas
176-78.
O Id.
id.,
pág,
i
3. Véase
en MonreaJ.
Cuadr vit
j ,
El dta d l Córpus
y
us
au·
toi
acramcntale
.