I
LXXIV
Prólogo.
mundo, padre de sus soldados, hermano de sus capita–
nes, primero en las fatigas
y
peligros, sobrio, recto
y
prudente;
y
fue de modo, que la entereza
y
gene–
rosidad de su ánimo sostuvieron el de toda la hueste
en los trances más apurados
y
angustiosos. Ejemplos.
como este abundan en los varones señalados de la
conquista: acaso sean, en el órden moral, variedad
comun á todas las especies nobles del género humano;
pero de tal manera se repiten en la raza española,
cuando se halla, como se hallaba entónces, en condi–
ciones de mostrarse tal cual ella es, que semejante:
frecuencia bien puede constituir uno de sus rasgos.
característicos. Ancha la tierra; sus naturales bárbaros.,
de mezquina razon
y
esclavos del Demonio;
la autori–
dad real reconocida únicamente en los pregones
y
pa- ·
peles de oficio; la conciencia á cargo de los frailes
y
clérigos que, provistos de multitud de bulas para todas.
las ocasiones de pecado que en la conquista se ofrecie–
ran, vendían la absolucion
y
limpiaban el alma por
unos cuantos pesos, ¿qué obstár.ulos podían atajar, qué
freno moderar la poderosa accion de los conquistado–
res? La voluntad iba derecha
á
su querer como jara
lanzada por robusto brazo, así · quisiera conquistar un
Perú
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consumar la
rp.ásrastrera felonía. En aquel
momento histórico, para nuestra raza, la suprema
excelencia era tener valor, constancia
y
fuerza sufi