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La Guerra de Quitd.
pueblo de Ayavide, ques fin de los términos de los Có–
llas por aquella parte, y
~n
él halló que lo -estaba aguar–
dando el encomendero deste pueblo, ·qu(js Francisco -
de Villacastin, el que dijimos haberle escrito, y
á
un
Tomé Vázquez,- vecino del Cuzco, que salió para ir
á ver ciertas minas suyas, al riJ de Carabaya, y como
viese
á
Gonzalo Pizarro, alegre como los demás, dejan–
do la ida
á
Carabaya, se volvió con él
á
la cibdad del
Cuzco.
Gonzalo Pizarro, viendo que las obras
y
voluntades
de todos conformaban con las promesas y ofertas que
·le habían hecho .en las cartas que le habian
~scrito,
es–
taba muy alegre y contento, deseando verse ya en la
cibdad del Cuzco. Por pod€rlo hacer con más breve–
dad, dejó el bagax en un pueblo que ha por nombre
Quiquixana, desde donde, doblando las jornadas, cami–
naba la vuelta del Cuzco, habiendo primero díchole un
soldado que habia por nombre Espinosa; que tuviese
por tan cierto estar el visorey en Los Reyes · como Je–
sucristo en el cielo. Y cuentan que muchas veces en
aquel camino le oyeron decir
á
Gonzalo Pizarro, que
si Blasco
N
úñez no ponia remedio en las ordenanzas,
que le habia de hacer un juego que para siempre tu–
viese que contar, pues ninguno habia querido ·salir de
España
á
ejecutallas sino él; y que S. M. del Erripera-
. dor nuestro señor, lo miraba mal en no enviarle títu–
lo de gobernador del reyno, pues sus hermanos y él lo
·habían descubierto
á
su costa; y que juraba
á
Nuestra
Señora, que las ordenanzas se habían de revocar ó él
habia primero ·de perder la vida.