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La Guerra de Quito.
de gente, y
opo ner~ e
contra el visorey.-Dañó el ne–
gocio tambien cartas que no dejaban de venir de todas
partes, incitándole á que con brevedad saliese de allí,
provocándole á mayor ira, diciendo, que tomase la em–
presa por suya, ; ues era por libertar la provincia, y
los amparase y tuviese debajo de su favor, como pa–
t ron suyo y persona que juntamente con
el
Marqués'
habia sido en descubrir el reyno; y que se condoliese
de la miseria y subsidio tan grande que S. M. les que–
ria echar; y para que con más voluntad lo hiciere, es–
cribíanle que
á
él mismo, Gonzalo Pizarro, y
á
todos los
que se habian hallado en las alteraciones pasadas, les
mandaba cor tar las cabezas y quitar sus haciendas.
Pues, vistas todas estas cosas
y
que Gonzalo Pizar–
ra, como ya dije, era hombre de poco sabe r, sin mirar
que era locura y gran desvarío oponerse contra los mi–
nistros del R ey, concibe en su pecho de se acercar
á
la
cibdad del Cuzco,
á
donde él tenia ami gos muy
fi
les, y
con ellos haria que viese qu " más le convenia para este
negocio, escribiendo
á
todas partes aleg res cartas que
iria
y
haria lo que le inviaban
á
mandar
y
aventurar ía
su vida por les hacer placer . Y recogida toda la plata,
que tanta cantidad de ella habia que le sacaban cada
dta cien marcos y más, determinó de se partir para la
gran cibdad del Cuzco, dejando mandado que la que
le sacasen, se le llevase con gran recabdo. Saldr ían
con él de aquel lugar hasta catorce hombres, todos
criados suyos, y un su hermano que había por nombre
Blas de Soto. Y yendo hácia el Cuzco, le venían muchas
carta de Lima y de todas partes, y él, llevando en su