Capítulo XV.
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natural señor. Sin estos acudian muchos soldados
á
juntarse con Pizarra de los que andaban derramados
-por aquella provincia; y
el
primero que con él se juntó,
ha por
nomb~e
Martip. Monje, y siguió la guerra harto
tiempo, y agora es vecino de la villa de Plata. Los sol–
dados juntábanse con Pizarro porque barruntaban la
guerra y aborrescian la paz, por
pode~
r0bar
á
su
vo–
luntad y usar de lo ajeno con:o suyo propin; y porque
por ispirencia, que todos tenian, sabian que con la mu–
danza son
'aprovechad.osunos, y otros' perdidos; de m.a–
nera que, faltando la paz y
el
sosiego y tranquilidad en
el reyno, de soldados pobres remanec'en vecinos prós–
peros,
y
de señores de grandes repartimientos se hallan
pobres y áun sin las vidas, que es lo peor. Y ansí,
muy alegres, se ofrecian
á
Pizarro, mostrando' áni–
mos prontos
y
aparejados para todo lo que por él les
fuese mandado;
y
él, que néciamente se queria oponer
por la comunidad, les respondia ·graciosamente, agra–
desciéndoles la voluntad que le mostraban.
Pues yendo caminando Gonzalo Pizarro de la suer–
te que vamos relatando, le llegaron.nuevas cartas que
le inviaban Alonso de Toro, Francisco de Villacastin
y
otros vecinos del Cuzco, en las. cuales le daban aviso
de lo que pasaba; y todos los más de los vecinos del
Cuzco, y otras partes del Perú, aunque mostrasen
l~s
sentimientos que hemos dicho por ·1a venida de las
ordenanzas, no se les olvidaba el robar
á
los indios
y
sacarles todo
el
más haber que podian, recelándose de
la tasacion, la cual habia de poner freno á su cobdicia.
Andando Gonzalo Pizarro, por sus jornadas allegó al
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