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g

go

con empeño

á

negocios profanos,

y

redoblo mi aplica Ion

(t.

los libros, La casualidad, diré mejor, la desgracia.,. me ·Jlania

por segunda vez al Ministerio; la Corte Suprema me comisiona

el proyecto del Código Civil, que babia ordenado el Congreso'

una numerosa tertulia me rodea; mi casa se amobla de nuevo'

cada domingo hay un pequeño, pero delicadísimo banquete.

¡Cuanto para alhagar y entretener las tres devorantcs

~oncu·

piscencias! Muchos se divertian

á

mi costa, mientras yo tenia

mi alma en torturn.

Drns no me había 'olvidado. No es esta una novela, es

una historia fidedigna.

En noche despejada, cruzando rnis bra.

1os y levantando los ojos al inmenso pabellon tachonado de so.

les .

~e

diversas magnitudes, adoraba la omnipotencia

y

sabi....

duHa del Creador Uuiversal. Humildemente postrado, pedia

)uz al gran padre de tantas luces. Le recordaba mis miserias,

y

le rogaba estendiese su vista sobre mí, como objeto digno de s11

compasion.

ME

escucha •••••••• y en las

fanta~ías

del sueño me repre·

senta inesperada muerte y su ·usticia-¡oh, si escribiese los dis·

cursos, que un vivo dolor de mis culpas me hacia entónces pro·

ducir! Estremeeeria al espirito, que se alal:)a de mas fuerte coR

Ja

menor

espre~iQn

de mis sr ñados conceptos.

lQué espanto

verse delante de

ios

y

renonocerse Cliimina-1!

¡·Dónde se es·

tenderá la

vi~ta

dt>,l espíritu easoledad tan inmensurable! De.

saparece la tie

·ra-De

los cielo

no se descuti,re, sino el sem.

hiante del juez ofendido, por muchos años ántes cordero· piit·

doso-el abismo s1 está abierto

y

prontos los iracundos verdúgoe

a

ejecutar la sentencia-Fantasma!l

1

imájenes de las mas tre.

mendas realidades, vuestras impresi11neS' continuadas por a lgunoe

minutos, hubieran dado fin á mi deprabada vida.

ME

sentia

á

la mañana con la languidez

y

desfaJlecitnien–

to del que pasó por una enfermedad gravísima. Atguna

vez~

recostado

á

una puertat me espanté con el oscuro cuadro do

mis costumbres relajadas.-Todo era una: contradicion

e

in–

consecuencia.-Me parecia dudar de la Divinidad de Jes11-Cristo.

Al sonar la campana, que anunciaba, ser el viatico conduci•

do

á

un enfermo, volada y con humildad le adoraba rogan•

dole me

ayuda~e

en mi estado dl· incredolirlad.

Si en mi ter.

tu lia me consentia chistes irrelijiosos, en lott templos me pre..

sentaba con la mayor veneracinn. Busquemos los placeres en

los

teatros, decia, respetemos, siquiera, el albergue del Señor.

¿Quien me enttmdiera! Era para mi mismo un fenómeno.