AL
SE~OR
DOCTOR DON JOSE MANUEL PAS.
QUEL Y LOZADA, CANONIGO
V
VI_CARIO CAl"lTULAR DE
ESTA SANTA IGLESIA METROPOLITANA.
8Jf,ÑOR.
l
'
En esos tiempos nublosos, en esos siglos de grosera
ignorancia, en los que la infundada soberbia é irracional
orgullo, liizo creer, que la naturaleza producia hombres de
especies distintas, eran las <J,edicatorias semejantes á los po·
dridos pergaminos de
liistorias fabulosas, que contenían
nombres, hechos
y
empleos.
At1;ibuía la mercenaria adu–
lacion á un cobarde el valor del quinto abuelo; al lacivo la
castidad de una virjen; al ruin venal la nagnanimidad del
ilustre ciudadano, que sacrificó vida
y
hacienda en defensa
de su patria.
¡Contradicciones autorizadas por semi-bár–
baras costumbres, tristes restos del feudalismo---disimula–
ranse en las obr
rofaJzas, ellas eran escandalosas
é
inso–
portables á la cabe a de los libros piadosos-l..o santo sola
ha de dedicarse
a
los santos.
Si asi pie1 o onada 'ilire de la ascendencia de
U. S.,
ni de las distinciones políticas, militares
y
eclesiásticas
d~
sus padres, abuelos,
y
parientes. Heredero de la humitdad
de Cristo, no de esas ordenes profanas en las que por lo co–
mun se ponia
'él
signo
de
la
cruz,
sirviendo por peaña los
mas detestables vicios, renuncio
U.
S.
a
un mundo,
que
le
alhagaba con la primojenitura, comodo establecimiento
y
fundadas esperanzas _e'JJ, los enlaces mas ventajosos. Quiso
U.
S. ser de Dios,
y
nada mas que de Dios.
Sin volver· la
cara á las ciudades pestilentes, tomó
U.
S .. asilo en la ciu–
dad santa,qite enriquecen las piedras preciosas de las virtu–
des.
La Providencia sabia, que todo lo arregla, prepara
y
dispone tuvo un particular pu·idado del corazon
y
espiritu
del que 4estinaba al gobierno de su iglesia.
La maF!ana,
clara,
hermo~a
y
serena anuncia el sol, que resplandecerá