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ipiemos por un impuesto que indudablemente restrinjirá
mucho el consumo i por tanto la produccion, i que arrui–
nará la ü1dustria que vamos a imponer puesto que no
bO·
mos dueños de mantener el precio del guano en un punto
en que el salitre altamente gravado, encuentre mercado.
Una observacion sobre el precio.
La honorable comision opina que es igual la demanda
©.el salitre, «que en nada menoscaba el consumo un precio
que fluctúe entee 13 i 16 chelines>). Hubiera sido oportuno
que espresase el fundamento de tan insólita afirmacion.
Ella contraría un hecho bien establecido) euai es, que mién–
tras mas bajo es el precio de un artículo, mayor es
·SU
con–
sumo. Esto se halla comprobado por las cifras qae acaba–
mos de citar. Segun ellas, en 1874 a 1876, cuando el pre–
cio
fué
de 11.6 3z4
a.
12 .3, hubo un consumo en Inglaterra de
383,128 toneladas, la cual bajó a 288,620 en los tres años
siguientes de 1877 a 1879, en que el precio
foé
de 14· a
14.6.
Por lo que hace a la importacion, debemos excluir el año
de 1879 por la disminucion orijinada por la guerra. Pero
comparemos los años 1875 i 1876 con los precios de 11.6
3z4
a 11.9 i los de 1877 i 1878, en los cuales el precio medio
fué
de 14 i 14.6. En 1875 i 1876 se importaron 336,190
toneladas por 172,360 en los dos años siguientes.
Este resultado lójico, i que cada dia sucede o se confir–
ma, es negado por la comision. En buen apuro se vería si
se le pidiesen los antecedentes de que ha partido para lle–
gar a afirmar que la esperiencia ha establecido que el alza
de tres cheli11es en quintal de salitre, sobre 13, no menos–
caba su consumo.
Queremos ser corteses, i haremos una caritativa suposi–
cion; cual ·es, que la comision se refiere al consumo de sali-