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rá.
una1
ve~·
que
el bajo precio del abono, i el hábito de usar–
lo; jeneralican su empleo.
Meditando sobre ésto, la imajinacion no alcanza a abarcar
el horizonte que se abre a esa industria; no alcanza
a
cal·
cular los millones de toneladas anuales que habrá de me·
nester el mundo para el abono de sus terrenos.
La
Europa
sola puede, en .medio siglo, llegar a consumir veinte millo–
nes de.
t.o.n~lapas.
Qué.yorv;~~ir
para q,u,estra agricultura
i
nuestras hullas,
llamad~
a
~-stentar e~a
enorme produccion! Qué prospe–
ridad
p~~a. el
pais incorporando a su ri<¡ueza tal suma anu–
al de
valor~s.!
I lru aomision
renun~ia
a tales especta..tiv,as, restJ:injiendo
la produccion.. a Tarapacá desde qu.e ahoga las industrias
del suv;· desde que coloca el mínim.um de costo de pro–
ducciort eru un límite elev:ado i del cual no podrá descender.
Rijiendoiun precio alto
J!>~ra
el salitre, debido al m,ono–
polio o al imP,uesto, no entrará en el abono de la tierra sino
en. aq.uellos puQ.tos en donde la
dens~dad
de poblacion i el
agotamiento de la tiei:ra hagan indispensable su empleo.
Seria curioso tener datos relativos al consumo con rela–
cjo.n
i:¡.l
precio.nJ.e.di.o en
lo~
diferentes paises. No hemos po–
diiJ.o.,
prqpor.cip.narnos mas que los que corresponden al
~eip.q-
UQ.ido en. los últimos. diez años. Hé aquí un cuadi;o
<t»~ d,eµiµ~stra
la iJnportacion habida e11 él, el consumo i el
precio medio que rijiera.
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