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de ganancia al productor i no arroje al producto del mer–

cado, puede establecerse:

i

con este criterio calcula el im·

puesto mas alto que pueda fijarse.

El punto de vista en que nosotros nos c0locamos es bien

distinto, verdad es que tenemqs una creencia, por lo visto,

mui equivocada, i es que el Estado debe dejar a sus ciuda–

danos que hagan ellos mismos sus negocios, i que dentro

de su esfera de accion, debe gastar lo ménos posible i -no

cobra.r a los contribuyentes, sino lo ménos que sea dable;

mas esto es en jeneral; respecto al salitre puede procederse

con distinta apreciacion, no considerando al contribuyente,

que·es estranjero, sino el porvenir de la industria en sí

misma.

Se trata de una sustancia de consumo ilimitad-o; de un

consumo cuya importancia no es posible prever, desde que

se aplica al cultivo de

la

tierra que cada. año produce el

sustento de la humanidad, pero que cada año se siente mas

agotada, i con mas urjencia pide que se le dé descanso para

reponerse, o que se le suministren artificialmente las fuer·

zas necesarias

Pªl'.ª

_producir sin interrupcion ese sustento

en la cantidad requerida.

Primero el Reino Unido, despues el continente europeo,

mas tarde el norte del continente americano, buscan en los

abonos el vigorizar sus tierras cansadas o aumentar su po–

der productivo: luégo tocará su turno a la América del

Sur i en seguida al Asia

i

el Africa i a la Australia des·

pues. I el momento de este inmenso consumo se aproxi–

mará ofreciendo un abono a bajo precio. Por esto, causa

asombro el ver que la comision se contente con un consu–

de 300,000 o 400,000 toneladas.

Aun que casi universal el empleo de abonos en la agri–

cultura, el salitre usado como tal, o para preparar otras

sustancias con ese destino, solo ha tenido consumo regular

I

..