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rrespondientes a la menor cantidad de jornales que se pa–
garían por la menor fabricacion.
Está, pues, mui léjos de sor tan inocente, como la comi–
sion afirma, el establecimiento del derecho igual que acarrea
la muerte a los injénios que no existen en Tarapacá.
Consintiendo en la muerte de los injénios
ail
sur del Loa,
se perderían de una vez para el país los diez o doce millones
empleados en su establecimiento. I como desaparecería el
ferrocarril de .Antofagasta, que no podria existir sin el aca–
rreo del caliche, desaparecerían los minerales de Caracoles
i Sierra Gorda, que solo existen por el trasporte fácil iba–
rato que el ferrocarril les ofrece. Estas empresas producen
,
·actualmente un valor de nueve millones al año; valores que
crean; que sin ellas se encontrarían votados en el desierto i
en el interior de las cordillerás; i aunque sea indiferente
para la comision el que deje de crearse esa suma anual, por
cierto que no lo es para la riqueza nacional.
Cierto es que si Tarapacá. llega a encontrarse el único
productor de salitre por la imposibilidad de trab::i.jar los
depósitos de mas al sur, podrá bastar ampliamente al con–
sumo actual i mucho mas. Mas no se trata de bastar a solo
el presente consumo, sino de estimular éste por el bajo pre–
cio i abundancia de oferta; porque interesa a la riqueza del
país, el que se incorporen rápidamente en ella valores que
yacen muertos en el desierto; le interesa que en vez de diez
millones de quintales se produzcan veinte, treinta, cien,
cuanto sea menester para satisfacer la demanda de la agri–
cultura del mundo entero; i eso le interesa, porque aumen–
ta su prosperidad con los valores producidos directamente,
con el impulso que recibirán sus insdustrias agrícolas i car•
bonífera que concurren a aliment ar esa produccion, i por el
incremento de los impuestos ipdirectos, apoyados en los
consumos que determina una vida fácil
i
holgada.