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LA INQUISICION DE LIMA

le habían mandado prender,

y

no dixo ni nombró quie–

nes heran los perros judíos.

11Yten, dixo que sabe esta declarante que todas las

consultas que en este Santo.Oficio se hacían las oya el di–

cho alcayde Bartolomé ce Pradeda, porque en habiendo

consulta, se metia en las cá:rceles, y se ponia · a escuchar

junto a la ventana que cae a la sala del Tribunal, y allí,

encima de un bufete, se ponia a escuchar. Lo cual sabe

esta declarante, por que preguntaba a los negros que en–

trava~

en las cárceles qué hacia su arno, y le dec]an, en

particular un negro llamado Dominguillo, entre bozal y

ladino, que entiende es de casta bran, que su amo estaba

allí junto a la ventana, agachado escuchando, y la venta–

na hera la del Tribunal que cae al callejon de las cárceles;

y

ansimismo le dixo Diego de Bargas, alcayde que al

presente es, que qué le parecía a esta declarante cómo el

Alcayde estaba escuchando las consultas, · encima de un

bufete, junto a la dicha ventana del Tribunal,

y

está

c]erta esta declarante de que hera verdad que se ponia

a escuchar las consultas el dicho Alcayde, porque a esta

declarante la dixo que la habían sentenciado,

y

que

azotes la aseguraba que no tenia, y que de lo ·demas

no lo ·aseguraba; y ansimismo d]xo quando se determinó

la causa del dicho Antonio Cordero, que bien sabia él en

qué abia de parar la cosa sobre un pobre, y de ahí, a dos

dias o tres, que le parece que fué un viérnes, aunque no

está cierta dello, por parte de tarde, mandó prevenir la cá–

mara del tormento,

y

que la barriesen, y a su hixa la dixo

que truxessen unos pebetes y unos belones grandes, y qu'e

ansimismo previniesen candeleros y tixeras de espabilar, y

aquella noche llarnó al verdugo, porque otro dia por la

· mañana vino, y diciendo esta declarante al dicho Alcayde

que allí estaba un mulato que le buscaba, el dicho Alcayde

le dixo que era el

verd~go,

y

que le dixese que se fuera

allá fuera y esperara en la calle,

y

diciéndole ésta que si

hera el verdugo, que mejor será para que no le conociesen,

que le metiera en la cocina o en un callejon de las cárceles,

y el dicho Alcayde la dijo a esta declarante, que no se me–

tiera en aquello, y que le digera que aguardara en el pa–

tio,

y

despues, a cosa de las ocho de la mañana, que avia