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LA INQUISICION DE LIMA

hiva el dicho hombre de casa de JYianuel Bautista, de eua–

tro a cuatro noches, poco mas o ménos, y preguntaba por

el dicho alcayde algunas veces a esta declaran te, otras ve–

ces a sus negros,

y

avisándole, salia el dicho alcayde al

patio o al zaguan, y ·hablaba en secreto con el dicho hom–

bre, y otras veces avisaba el dicho hombre que estaba allí,

con Diego de Vargas, el qual ansin1is1no le llan1aba, y despues

que hablaban en secreto el dicho alcayde y dicho hombre,

veia esta declarante que metian en las ocasiones que venia,

muchas conservas con dos negros que siempre traia consi–

go el dicho homhre, unas veces botes de azahar, otras ca–

xetas de orejones y de cidra rayada, y de durazno, otras

veces unas albornias grandes de la ollería de dulces,

y

una

vez 1netió una frasquera llena frascos con vino,

y

otras

veces unos pastelillos de dulces regalados

y

panes grandes

amolletados, y todo lo tomaba el dicho alcayde

y

lo guar–

daba en su despensilla, llamando a su hija doña Juana

para que lo guardase, y de ello embiaha poca cosa al dicho

Manuel Bautista y a su euñado, y con todo lo demas se

quedaba, y nunca dió de todo ello, con ser rnucha máqui–

na, a esta declarante, y una noche despues a cabo de dias,

vió esta declarante que el dicho hombre de casa del di–

cho Manuel Bautista llevó al dicho alcayde Bartolomé de

Pradeda una caxeta de conserva y quatro panes regalados,

y le embió a llamar eon el dicho Diego de Vargas, y salió

el dicho alcayde y vió esta declarante que no quiso reci- ·

bir entónces la caxeta ni los panes; y er dicho holnbre di–

xo, despues de aberse ydo el dicho alcayde, que no debió

de haber querido porque hera poco, y esta declarante le

persuadió a Diego de ·vargas que él lo recibiese

y

n1etiese

un cuchillo por los panes por si traian algo, y se los diese

a aquellos desventurados, pues el alcayde les daba tan po–

co de lo que le traian, dieiendo que por quB avian de co–

nler de aquello los perros judíos,

y

que se estuvieran en

su casa y no ofendieran a Dios,

y

no vinieran a dalle aquel

cansancio,

y

el dicho Diego de Vargas no quiso tomar la

dicha caxeta

y

panes, y el hombre que lo traxo se volvió

con ello.

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Yten dixo que ansimismo sabe y vió que el dieho al–

cayde Bartolomé de Pradeda, se quedó con cantidad de