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LA INQ'UISICION DE LIMA
da Magdalena de Torres, que un mozo sastre
y
otro mozo
gordo entravan a verse con la dicha Juana Perez y con
Isabel de Ontañon, y que ofendían a Dios
y
estavan jun–
tos desde las once de la noché hasta las cuatro de la nla–
ñana, y que entravan por un eorralito que tenia la cárcel
de las dichas mugeres junto a la acequia, y que saltaban
por encima de otras cárceles,
y
que la dicha Magdalena de
Torres le avia dicho al dieho alcayde que velase por sus
cárceles
y
que rrondase de noche,
y
que él no se avía que–
rielo cla.r por entendido, y que al baxar una noche uno de
los dichos mozos, el mas gordo, por e] dicho corralito, avia
dado una cayda que por poco se matara, y que esto es lo
que por ahora se acuerda, y si se acordare mas, lo vendrá
a declarar, lo qual es la berdad debajo del juramento que
tiene echo: encargósele el secreto prometido. Y en este
estado dixo que se le acordaba, que un dia estando esta
declarante en conversacion con el dicho Alcayde, le pre–
guntó si la ncristalinan, que es doña Damiana Ortiz, estava
ya libre, y el dicho Alcayde respondió a ésta que ya es–
tava en su casa, y ésta le volvió a preguntar, que cón1o
avia negociado tan bien,
y
ésta no negociava, abiendo di–
cho la verdad, y el dicho Alcayde respondió que a él le
devia el aber negociado tan bien, por que la avia adver–
tido que aunque la lla1nasen no declarase nada, aunque la
citasen, hasta ver la acusacion del Fiscal, y que por allí
echaría de ver los testigos que tenia, que la dañarían, y
que ansí avia negociado bien,
y
que su Señoría del señor
Inquisidor don Antonio avia andado riguroso y dicho en
el Tribunal que cómo aquello no se castigava, y que uno
de los demas sef1ores Inquisidores avia dicho que pues
Dios nos perdonaba una y otra vez, que hera bien que
perdonásemos, y que las razones que en ésto avían pasado
en sustancia, decian las dichas referidas, y siéndole leyclo
lo que ha dicho, dixo estar bien escrito, y que no lo ha
dicho por odio ni enemistad que tenga al dicho
Alcayd~,
ni a otra persona, sino por el descargo de su conciencia
y por abérselo aconsejado assí sus confesores: no firmó por
no saber
y
lo firmó el dicho señor Inquisidor.
Elb~cenciado
Castro.
Pasó ante mí,
Domingo de A roche,
secret.
u
En la ciudad de los Reyes, lúnes nueve de junio de