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CAPÍTULO FINAL

479

algunos de estos excesos en el todo,

y

se tiene apercibido

a muchos para que se contengan en ellos; habiéndose con–

seguido estos fines hasta el presente, sin

es~répito

judicial,

por lo delicado de estos asumptos, esperando las resultas

de estas prudentes advertencias, para pasar, en casos ne–

cesarios, a los castigos prevenidos por derecho; pero, como

todo lo .executado

.Y

prevenido se ciñe a los seculares, se

hace mas irremediable este delicto por la publicidad con

que le cometen los sacerdotes, así seculares como regula–

res, de algunas religiones; de forma que tienen éstos de

su cuenta diferentes mugeres con hijos y familia, yendo

a sus casas, como un padre de familia a la suya; pudién–

dose decir que es tan ofensivo el modo ·como la ofensa; y

aunque comprehendo la dificultad en lo práctico para el

remedio de este exceso, pero si los prelados eclesiásti–

cos contuviesen con el castigo a sus súbditos, no podia

dejar de estinguirse una gran parte de tanto mal, y cuan–

do ménos en territorio que se cqmpone de ser los mas nue–

vamente convertidos, ha de traer infelices consecuencias,

que en los sacerdotes parezca licencia la tolerancia, ma–

yorinente no bastando las providencias a. que puede con–

cretarse la.justicia secular para con los sacerdotes, espe–

cialrnente no esperimentando abrigo alguno en los prelados

eclesiásticos, desentendiéndose éstos en parte

y

en el todo,

así por lo que mira al castigo, como a cualquiera otra

expedicion conducente al reparo de tan perniciosos males:

cuya libertad me ha extimulado a representar a

V. M.

~ estos

·excesos para que, enterado de sus infelices conse-

cuencias, se sirva mandar a los arzobispos

y

demas prela–

dos de las religiones que vigilen sobre el modo de vivir

sus súbditos, especialmente los curas de almas que están

encargados del cuidado pastoral de diversos lugares re–

cien convertidos, en que se necesita para la enseñanza de

los indios de sugetos de conocida literatura

y

virtud que

prudentemente los eduquen con su aplicacion

y

exemplo;

porque sin éste, han de vivir aquellos expuestos a su re–

lajacion, sin que puedan experimentar en sus parrochias

la enseñanza

y

la correcion de sus excesos, no siendo mé–

nos que e,n estas materias sensuales el desórden en los

mismos curas eclesiásticos,

y

de un público comercio en