CAPÍTULO FINAL
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gratiíicacion con las dichas plazas a los que tuvieren mé–
ritos para ello, en lugar de la que se les habia de hacer de
los dichos repartimientos.
uLa demas gente española de el reyno, a quien llaman
sold~dos,
unos se ocupan en grangerías, trayendo empleos
de España
y
Nueva España,
y
Tierrafirme; otros de unas
partes a otras, de este reyno, o de él al de Chile; otros .
beneficiando minas, y algunos son labradores de el campo;
y
otros en el trato · de la coca;
y
otros vagando sin oficio
ni entretenimiento, mas que pasearse y acudir a comer a
las casas de los vecinos
y
de otros hombres ricos que los
sustentan,
y
aunque éstos son n1uchos, se entiende que
hoy son ménos que solian, respectivamente de la gente
que había
y
hay de presente en este reyno, porque en
cada flota pasa mucha y son pocos los que vuelven a Cas–
tilla, y de los dichos ociosos, pocos paran en esta ciudad,
porque los mas se van a las de arriba, y los unos y los
otros, aunque tienen el nombre de soldados, huyen en las
ocaciones de serlo
y
se juntan con dificultad para el¡o.
·
11
El trato general de los hombres es igual sin diferencia·
y
como si todos fueran calificados
y
ninguno lo dejara de
s~r,
y
lo mesmo el de las mugeres, cuyo trage es costosí–
simo.
"Los caciques
y
principales de los indios; aunque tie–
nen subjetos a los súbditos, no con la opresion que solían,
sino en lo que conviene, porque les van a la mano las jus–
ticias dellos;
y
los indios.particulares, a lo que se entiende,
estan poco fundados en nuestra santa fee, que es gran lás–
tima, en especial porque no es toda la culpa suya sino de
los que los tienen a cargo, como está referido,
y
de los que
les dan mal ejemplo, que no son pocos, no obstante que se
pone el remedio que se puede para ello.
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Los procesos seguidos en el Santo Oficio nos dan sobre
las costumbres dominantes en los claustros las mas tristes
noticias.
Hai algunos reos de entre los frailes, como Luis Corona–
do, Ambrosio de Rentería, etc., a quienes se les ha per–
mitido contar por menor la relacion de todas sus torpezas,
53.
Carta
de 8 de
mayo
de 1588. A. de l.