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CAPÍTULO FINAL

. 467

cientos sesenta i cinco individuos, i aun mas,

i

que el in–

quisidor Verdugo, como tambien lo hemos indicado

ya/>

2

luego de su llegada a Lima, en

1602,

mandó suspender

no ménos de cien procesos. Ahora bien, sin comprender

los de oríjen chileno, que ascienden mas o ménos a otros

tantos, en nuestra obra hemos dado noticias de mil cuatro–

cientos setenta i cuatro, cuya enumeracion por órden alfa–

bético, publicamos al fin del presente volúmen. Es verdad

que en estos últimos damos cabida a algunos que se com–

prenden en la lista de Ruiz de Prado; pero, tomando en

consideracion todas las circunstancias que dejamos apunta–

das, creemos que un cálculo prudencial nos permite fijar

aproximativa.mente en tres mil el número de personas en–

causadas por el Tribunal.

Ahora, si consideramos que no estaban sujetos a la In–

quisicion los indios, que componían en su inmensa mayo–

ría la poblacion de las diversas provincias del vireinato,

debemos llegar forzosan1ente a la conclusion de que aquella

cifra, especialmente por lo que a los primeros años de la

existencia del Tribunal se refiere, es realmente enorme.

De los mil cuatrocientos setenta i cuatro nombres que for–

man la lista que indicamos, ciento ochenta corresponden

a 1nujeres; ciento uno a clérigos; cuarenta i nueve a frailes

franciscanos; treinta i cuatro a domínicos; treinta i seis a

mercedarios; veintiseis a agustinos, i doce a jesuitas. Por

proposiciones, fueron procesados ciento cuarenta; por ju–

díos, doscientos cuarenta i tres; einco por mahometanos;

por luteranos, sesenta i cinco; por blafemos, noventa i sie–

te; por doctrinas contrarias al sesto mandamiento, cuaren–

ta; por doble matrimonio, doscientos noventa i siete; por

hechiceros, ciento setenta i dos; por solicitantes en con–

fesion, ciento nueve; i por varios hechos, doscientos seten–

ta i seis.

Treinta fueron quemados en persona, i de entre ellos

quince, vivos; en estatua

i

huesos, dieziocho.

No necesitamos consignar aquí cuantos de los conde–

nados eran realmente locos, ni cuantos aparecen que lo

fueron siendo inocentes, segun la misma relacion de sus

52. Tomo I,

páj.

329.