CAPÍTULO FINAL
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N
o
tiene, pues, nada de estraño, ni a nadie ·sorprende–
rá que por todos estos motivos el Tribunal del Santo Ofi–
cio se hiciese desde su instalacion aborrecible a todo el
mundo, a las autoridades civiles, a los obispos, a los pre–
lados de las órdenes i al pueblo, de tal manera que los
Inquisidores no solo vivían persuadidos de este hecho,
sino que aun tenian cuidado de recordarlo a cada paso co–
mo un título destinado a enaltecerlo's; i para no citar mas
del testimonio de uno de ellos, famoso en los anales de és–
te Tribunal, trascribiremos aquí sus ¡propias palabras:
"Hemos tenido 1nucha esperiencia en este reino, decía
Gutierrez de Ulloa, que jeneralmente no dió gusto venir
la Inquisicion a él, a las particulares personas por ·el
freno que se puso a la libertad en el vivir i hablar, i
a
los
eclesiásticos porque a los prelados se les quitaba ésto de
su jurisdiccion, i a los demas se les añadian jueces mas
cuidadosos, i a las justicias reales, especialmente Virei
i Audiencias, porque con ésta se les sacaba algo de su
mano, cosa para ellos mui dura por la costumbre que te–
nian de mandarlo todo sin·
esc~pcion.
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11
Con ocasion de una
queja ·de la Audiencia de Panamá, en que esponia al sobe–
rano los agravios que los delegados del Tribunal hacían a
sus vasallos, los Inquisidores repetian todavía de una ma–
nera mas categórica,
11
que los ministros del Tribunal, por
el mismo caso que lo son, son tan aborrescibles a los jueces
reales que les procuran hacer
y
hacen molestia en cttantas
cosas se les ofrecen.
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11
El alborozo con que en Lima se recibió la noticia de la
abolicion del Tribunal i las pruebas inequívocas del odio
del pueblo, que sucedieron a ese acontecimiento, están de–
mostrando claramente que con el tiempo no desmereció
el Tribunal de la opinion que desde un principio
s~
captó.
Pero, como se comprenderá fácilmente, si para algu–
nos se habian hecho especialmente aborrecibles, como
ellos lo espresaban, para nadie con mas justo título que
para los infelices que por un motivo o por otro eran ence–
rrados en las cárceles secretas. Los largos viajes que debian
48.
Carta
de
26
de abril de 1584.
49.
Id.
de los Inquisidores de 3 de abtil de 1581.
TOMOll
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