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CAPÍTULO FINAL

465

N

o

tiene, pues, nada de estraño, ni a nadie ·sorprende–

rá que por todos estos motivos el Tribunal del Santo Ofi–

cio se hiciese desde su instalacion aborrecible a todo el

mundo, a las autoridades civiles, a los obispos, a los pre–

lados de las órdenes i al pueblo, de tal manera que los

Inquisidores no solo vivían persuadidos de este hecho,

sino que aun tenian cuidado de recordarlo a cada paso co–

mo un título destinado a enaltecerlo's; i para no citar mas

del testimonio de uno de ellos, famoso en los anales de és–

te Tribunal, trascribiremos aquí sus ¡propias palabras:

"Hemos tenido 1nucha esperiencia en este reino, decía

Gutierrez de Ulloa, que jeneralmente no dió gusto venir

la Inquisicion a él, a las particulares personas por ·el

freno que se puso a la libertad en el vivir i hablar, i

a

los

eclesiásticos porque a los prelados se les quitaba ésto de

su jurisdiccion, i a los demas se les añadian jueces mas

cuidadosos, i a las justicias reales, especialmente Virei

i Audiencias, porque con ésta se les sacaba algo de su

mano, cosa para ellos mui dura por la costumbre que te–

nian de mandarlo todo sin·

esc~pcion.

48

11

Con ocasion de una

queja ·de la Audiencia de Panamá, en que esponia al sobe–

rano los agravios que los delegados del Tribunal hacían a

sus vasallos, los Inquisidores repetian todavía de una ma–

nera mas categórica,

11

que los ministros del Tribunal, por

el mismo caso que lo son, son tan aborrescibles a los jueces

reales que les procuran hacer

y

hacen molestia en cttantas

cosas se les ofrecen.

49

11

El alborozo con que en Lima se recibió la noticia de la

abolicion del Tribunal i las pruebas inequívocas del odio

del pueblo, que sucedieron a ese acontecimiento, están de–

mostrando claramente que con el tiempo no desmereció

el Tribunal de la opinion que desde un principio

s~

captó.

Pero, como se comprenderá fácilmente, si para algu–

nos se habian hecho especialmente aborrecibles, como

ellos lo espresaban, para nadie con mas justo título que

para los infelices que por un motivo o por otro eran ence–

rrados en las cárceles secretas. Los largos viajes que debian

48.

Carta

de

26

de abril de 1584.

49.

Id.

de los Inquisidores de 3 de abtil de 1581.

TOMOll

30