CAPÍTULO XXVI
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estaba o nó en su sano juicio .... ; y que todo lo que ha
dicho es la verdad por el juramento que tiene fecho, y
siéndole leydo, dijo que estaba bien escrito, y que no lo
dice por odio ni mala voluntad que tenga y haya tenido
al denunciado, sino por descargo de su conciencia."
Siguió el Comisario tramitando el proceso durante un
año, i una vez terminadas las dilij encías del sumario, en–
vió el reo a Lima, adonde llegó éste despues de un viaje
de dos años. En la primera audiencia que le concedieron
los Inquisidores, dijo ser de edad de treinta i dos años,
comerciante, músico i pintor, que no tenia hijos ni era ca–
sado; que su padre había sido músico de la real cámara;
que habia estudiado matemáticas con un maestro que le
tenían en la casa, i por fin, la esgrima. A los diezisiete
años, con licencia de su padre, habia partido para Santo
Domingo, pero solo había alcanzado hasta Nantes, donde
habia vivido de los recursos que se proporcionaba con su
violin. En
17"38,
partía para las Indias Orientales, de
donde regresaba al cabo de dieziocho meses para pasar
a Santiago de Compostela i a Lisboa, donde pudo frecuen–
tar el palacio real i hacerse de algunas relaciones entre la .
jente noble. Habiendo muerto su abuelo, habia regresado
por poco tiempo a Paris, para volverse en seguida a Lis–
boa i enbarcarse para Rio
J
aneiro, de donde poco despues
volvia a Lisboa para tornar nuevamente al Brasil i a Bue–
nos Aires. En esta última ciudad había tenido un desa–
fío con el correjidor
qué
estaba provisto para 'Potosí, dá,n–
dole una cuchillada en el rostro, que le obligó a asilarse
en el convento de Santo Domingo, de donde fué sacado
por la justicia. A mediados de
1748,
podia, sin embargo,
salir en co1npañía del futuro correjidor de Porco i de seis
o siete personas mas entre chapetones i criollos, con direc–
cion a Potosí, adonde se encam,inaba a levantar el plano
de un injenio de metales. ContÓ' tambien allí a los jueces
las terribles peripecias
i
amarguras sin cuento que habia
debido esperin1entar en el camino desde que fuera preso
hasta su llegada a las cárceles secretas. Por lo demas, no
negó lo de que se le acusaba. Calificáronsele trece proposi–
ciones, i despues de otros tantos años de prision, salia en
el auto en forma de penitente, con sambenito de media,