Previous Page  374 / 524 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 374 / 524 Next Page
Page Background

366

LA

INQUISICION

DE

:LIMA

gor de los tormentos que se practicaban con los hombres,

y con éstos, no por igual sino con el1nismo órden, con los

ricos menos tormentos, y con los pobres mayores. Y acor–

dándose aquí de una muger que entró, se empezó a reir,

el dicho .Diego, dicienrlo, que quando la dicha muger en–

tró a la asamblea, luego que vió la rueda de navajas, se

espantó

y

dijo, ay, ay, ay, ay. Preguntóle la declarante

si tenia noticia alguna de esta asamblea ántes de haber

entrado, dijo que no, pero que desde que entró en ella

se hallaba mas seguro de salvarse que ántes, y prosiguió

diciendo el dicho Diego, si yo guardara todos los requisi–

tos de mi asamblea, tenia tan segura la gloria

y

estuviera

tan cerca de ella, como estoy de aquí a mi cama, que no

dista de mí cuatro o seis pasos. Preguntóle, en fin, la de–

clarante para qué destino guardaba ese librito, quando

no se había de ir a su tjerra, dijo que lo guardaba como

que era la principal insignia que había de llevar a su asam–

blea en caso de irse a su tierra,

y

sin ella, aunque se ha–

llase en trabajos, no podía ocurrir a la luz, razon por que

no lo daba todo, sino solo un traslado.

nY

hablando la declarante despues de ésto sobre las

erradas máximas en que vivían los

ju~íos,

le contó al di–

cho Diego que en esta ciudad habían quemado a una ju–

día, por no haber querido convertirse a la fe cathólica;

entonces le preguntó el dicho Diegq, qué señora fué

esa~

doña Mariana de Castro, díjole la declarante; a lo que dijo

Diego de la Granja: buena señora, que supo dar ]a vida

por· no dejar su fe, hizo muy bien y he de ir a buscar donde

está esa heroína mugcr. Preguntada la declarante si le

vió o oyó decir otras cosas al dicho Diego ele la Granja,

dijo que en otra ocasion, entrando el dicho Diego de la

Granja a la vivienda de la declarante, tomó un librito

que trataba de las ceremonias de la misa, que tenia sobre

su mesa; abriólo, y al instante lo cerró con grande golpe

y enojo diciendo, me enfadan estas estampas que hay en

este libro, y luego quiso disimular su dicho, dando por

razon que eran feos los rostros y nutl pintados. Pregun–

tada la declarante si habian otras personas que hubiesen

oído los dichos, el dicho Diego de la Granja, (dijo) que

quando abrió el librito estampado de las ceremonias de la