CAPÍTULO XXIII
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la boca,
y
le echó dos o tres dientes afuera, en medio de
la iglesia,
y
de tanta gente que estaba llena, y llegando
despues el cuerpo del Tribunal; al entrar en la capilla ma–
yor, desaparecieron los Prelados
y
Maestros, y
no~
hallamos
con todo el presbiterio
y
altar preocupados de los religio–
sos, n1ozos de la casa
y
algunos de otras comunidades,
desentendiéndose todos de nuestras indignaciones
y
de
las diligencia8 que por apartarlos hacian los 1ninistros ofi–
ciales, de suerte que nos fué preciso retirarnos por mas
de hora
y
media a una trassacristia,
y
a no estar e,n la
iglesia, en un cancel, el Príncipe Santo Buono, virey de
este reino, nos hubiéramos vuelto sin executar al auto por
el grave desaire que experimentamos, sin que ningun
Prelado pareciese a poner en moderacion a sus frailes, que
en nuestra presencia tenian el arrojo de responder que
era su c.asa
y
su iglesia,
y
que en ella debian ser privile–
jiados;
y
en tan calificado desacato, no se hizo otra de–
mostracion que la de haberlo significado al Prelado,
y
la
que éste quiso hacer con el religioso agresor de los solda–
dos, que fué una protesta formal de reclusion por tres o
quatro dias, con que manifestamos darnos por satisfechos,
po;r quitar la ocasion al Provincial Fray Juan Moreno, de
que actuase su desafecto, recurriendo con siniestros infor–
mes a Vuestra Alteza
5
•
rr
Segun se ve de las palabras anteriores, los jueces ha–
bían celebrado auto de fe en la iglesia de los domínicos el
28
de noviembre de
1719,
cuyos detalles, en cuanto a los
reos que en él se presentaron i que segun aeabamos de
ver fueron once, no conocemos. Por lo demas, salvo algunos
edictos que se publicaron para recojer ciertos libros
6
,
el Tri–
bunal pudo continuar tranquilamente en el conocimiento
de las causas de fe, habiéndose fallado desde
1721
hasta
1725,
las de los siguientes reos:
La del clérigo frances Juan de Ullos, residente en
J\1endoza, que publicaba que el Papa ni el concilio jeneral
eran los jefes ele la Iglesia, proposicion que habiendo sido
dada a calificar al jesuita Luis de Andrade i al mercena-
5.
Carta de los Inquisidores de
5
de
diciembre de 1720.
6.
Véase
la
carta de
23
de octubre de
1711.
TOMO II
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