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CAPÍTULO XXIII

273

la boca,

y

le echó dos o tres dientes afuera, en medio de

la iglesia,

y

de tanta gente que estaba llena, y llegando

despues el cuerpo del Tribunal; al entrar en la capilla ma–

yor, desaparecieron los Prelados

y

Maestros, y

no~

hallamos

con todo el presbiterio

y

altar preocupados de los religio–

sos, n1ozos de la casa

y

algunos de otras comunidades,

desentendiéndose todos de nuestras indignaciones

y

de

las diligencia8 que por apartarlos hacian los 1ninistros ofi–

ciales, de suerte que nos fué preciso retirarnos por mas

de hora

y

media a una trassacristia,

y

a no estar e,n la

iglesia, en un cancel, el Príncipe Santo Buono, virey de

este reino, nos hubiéramos vuelto sin executar al auto por

el grave desaire que experimentamos, sin que ningun

Prelado pareciese a poner en moderacion a sus frailes, que

en nuestra presencia tenian el arrojo de responder que

era su c.asa

y

su iglesia,

y

que en ella debian ser privile–

jiados;

y

en tan calificado desacato, no se hizo otra de–

mostracion que la de haberlo significado al Prelado,

y

la

que éste quiso hacer con el religioso agresor de los solda–

dos, que fué una protesta formal de reclusion por tres o

quatro dias, con que manifestamos darnos por satisfechos,

po;r quitar la ocasion al Provincial Fray Juan Moreno, de

que actuase su desafecto, recurriendo con siniestros infor–

mes a Vuestra Alteza

5

rr

Segun se ve de las palabras anteriores, los jueces ha–

bían celebrado auto de fe en la iglesia de los domínicos el

28

de noviembre de

1719,

cuyos detalles, en cuanto a los

reos que en él se presentaron i que segun aeabamos de

ver fueron once, no conocemos. Por lo demas, salvo algunos

edictos que se publicaron para recojer ciertos libros

6

,

el Tri–

bunal pudo continuar tranquilamente en el conocimiento

de las causas de fe, habiéndose fallado desde

1721

hasta

1725,

las de los siguientes reos:

La del clérigo frances Juan de Ullos, residente en

J\1endoza, que publicaba que el Papa ni el concilio jeneral

eran los jefes ele la Iglesia, proposicion que habiendo sido

dada a calificar al jesuita Luis de Andrade i al mercena-

5.

Carta de los Inquisidores de

5

de

diciembre de 1720.

6.

Véase

la

carta de

23

de octubre de

1711.

TOMO II

18