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CAPÍTULO XXIIT

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gurar la dote de las que debian salir, sin prevenirlo siquie–

ra al prelado, que era el llamado a conocer en el negocio.

Esta determinacion causó, como era de esperarse, no poco

alboroto en la ciudad, pues siendo el monasterio de pocas

rentas, con el embargo se privó a las monjas del sustento

diario, resultando inútiles cuantas representaciones enta–

bló la abadesa, en que manifestaba que las cantidades

que se trataba de que devolviese habian sido invertidas

en alimentar a la comunidad: apesar de lo cual el embar–

go no se suspendió miéntras no se verificó la restitucion

que pedia el Inquisidor.

Despues de inculpar al Tribunal . por este proceder,

agregaba el Arzobispo, que en los concursos de acreedores

que se

.habi.an

ofrecido, i en los cuales como encargado de

hacer ejecutar el cobro de varias mandas piadosas, habia

debido jestionar, los ministros, o habian archivado los es–

critos de su fiscal, o se habian desentendido de su derecho,

"en que no solo se conoce la pasion con que obran, sino

el dictámen que han hecho y acreditado de ir en todo

contra mi j urisdiccion."

Continuando en sus acusaciones, añadia que un fami–

liar de Ibañez, a quien no habia querido ordenar por varios

defectos que le hacian inhábil para el sacerdocio, sin la li–

cencia suya, le habia enviado al obispado de Guamanga,

donde se hallaba de provisor su hermano don Matías, de

quien habia obtenido que le confiriesen las órdenes, ha–

ciéndole en seguida vol ver a Lima. Otro tanto babia hecho

con don Melchor Ibañez, que acababa de enviudar i de–

seaba tambien ordenarse.

Al cura párroco de San Lorenzo de Quinti, con pretes–

to de que era deudor de cierta sun1a al receptor del San–

to Oficio, habiendo ido Lima a oponerse a una canonjfa,

le habia dado la ciudad por cárcel, siendo el hecho mui

reparable, tratándose de un cura que tenia precisa obliga–

cion de asistir a su curato, i no obstante, le babia tenido

así muchos meses sin dejarlo partir al lugar de su resi-

.dencia.

Llegaba ya con ésto el Arzobispo a lo que le babia com–

pelido a cojer la pluma, npor los escándalos

y

disensiones

que se .han seguido, decía, teniendo todas su oríjen en la