CAPÍTULO XIX
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ella el rostro y na.rices,
y
rocüindome a mí una vez, le elije
(no sin misterio): ''mas valiera, señor, que esta agua de
olor tan olorosa fuera agua bendita que aprovechara para
lo interior del aln1a, y para lo exterior del buen ejemplo
y
edificacion;" pero él lo echó a placer, etc. Su cama es de
damasco carmesí, con sábanas mui delicada.R, cuatro alrno–
hadas mui bordadas en ella, con otros adornos, pulideras
y olores que puediera decir mui bien
y
aun mas a propósi–
to lo que el otro
non bene olet,
qui
semper
b~ne
olet,
y el
dicho de San Crisóstomo, no fuera de propósito tambien:
corporis fragantia arguit
'intus
late1'i
anirnu?n
rinmun–
dum.
"Díceme persona que lo vió
y
oyó, que llegando a cier–
ta casa desta ciudad donde estaba una doncella de buen
parecer, la dijo ·que si se queria casar con él; lo n1esmo
le sucedió en la segunda visita:
y
despues yéndose a despe··
dir de ella, la esentó a su lado en un cogin que le avian
puesto en que pusiera los piés, y la dixo que le abrazase,
como lo hizo: y añaden los que lo vieron, que notaron que
estaba tan inquieto allí como una persona que la quería
arrebatar, o forzar, sin atreverse a ello, etc. Y que con es–
to se despidió, haciéndola mil ofertas a letra vista. Divul–
gádose ha entre algunos del pueblo, que una noche (están–
dale espiando con sospechas que tenian) le vieron escalar
una casa pegada a la de su vivienda,
y
que avia violado a
una doncella honrada, a la qual sin ninguna prévia amones–
tacion ni preparacion alguna, la casó otro dia; y hallándola
el 1narido, no tan entera C<?mo él pensaba,
y
llegand~
a su
noticia lo que pasaba, la dexó al segundo dia
y
se fué a
dormir a otra casa, votando a Dios que ·la avia de dejar,
etc., hasta que el. mismo obispo, con trazas
y
medios, apa–
gó el fuego que se yba encendiendo.
"De aquí,
y
de otras cosas semejantes, oy yo decir a
muchos hombres, por tantos
y
quantos, que no ha de en–
trar en mi casa ni visitar a nlÍ muger. Y otro bien prin–
cipal
y
de brio le oy decir que le avia enviado a decir
que no le atravesase los umbrales de su casa. Otro mag–
nate desta tierra dixo en cierta ocasion: vaya el señor
Obispo a Santiago, que yo le voto a tal, que si entra en
tal casa, de echarle dos balas en el cuerpo.