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CAPÍTULO XIII

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volveis por él, y venistes con quien os lo contaba; yo os

haré quemar vivo, que sois un perro herege," y por que le

dije que le suplicaba que me tratase bien, que yo era hijo–

dalgo y noble,

y

n1i padre había si'do el licenciado Vene–

gas, oydor de la Contratacion de SeYilla, y que yo no des–

merecía por mi persona, n1e volvió a replicar, y decir que

· yo era un bellaco, judío, y qué cosa era tratalle de n1erced

sino de señoría; y porque volví a decir que le suplicaba que

si yo babia cometido algun :delito, procediese por tineta

y papel, y me castigase y no me tratase mal de palabra,

porque yo no le había ofendido, 11pues vos me habíades de

ofender a mí11, y se levantó con mucha cólera a poner las

manos en mi persona, y porque yo me quité delante para

evitarlo, llamó a grandes voces a sus criados, y entranao

a las vozes mas de veinte personas, les dixo 11matalde de

aquí a este bellaco", por lo qual llegó un Juan Duran,

·criado del dicho ynquisidor, y me dió una cuchillada en

la cabeza, que me cortó cuero

y

carne,

y

tne salió mucha

sangre, quexándome yo del golpe y herida, y diciendo ay

que me han muerto, dixo el dicho ynquisidor 11eso es lo

que yo quiero, perro, espera que no ha de ser desa manera,"

y habiéndon1e assydo y cercado todos los demas que ha–

bían entrado,

y

dándome 1nuchos golpes y empellones,

n1e hicieron muy malos tratamientos y me rompieron la

ropilla, jubon y camisa, y todavía el dicho ynquisidor da–

ba voces llamando a sus negros, para que me diesen azo–

tes,

y

a las voces entró doña Mariana, n1uger del dicho

don Francisco de Loaysa, y movida a compasion, rogó al

dicho ynquisidor no permitiese se me hiziesen mas daño,

ni afrenta; y él la respondió, que él pensaba de hacerme dar

quinientos azotes mas, que por respecto della no serian mas

que trescientos: y volviéndole ella a importunar, se con–

tentase con lo hecho, la respondió que no serian mas de

duscientos, hasta que por sus ruegos e Ílnportunaciones

de que no me hiziese aquella afrenta, n1e dexó el dicho

ynquisidor y mandó al dicho Camargo, fa1niliar del Sanc–

to Oficio, que me llevase y entregase a don Antonio Oso–

río, corregidor de la dicha ciudad del Cuzco, cuyo huésped

yo era, para luego me desterrase

y

echase del pueblo, y

donde no, que él haria un castigo no pensado,

y

con esto

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