CAPÍTULO XIII
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sus papeles se. le calificaron treinta proposiciones que fué
obligado a retractar.
Fr. Andres de Salazar, mercenario, por haber dicho mi–
sa sin estar ordenado.
Por solicitantes: Fr. Pedro Pacheco, de Jerez de la Fron–
tera, franciscano, que confesaba en un monasterio de mon–
jas en Lima; Pedro de
Vic~oria,
clérigo, de Gua.dalajara,
residente en Nasea; Fr. Francisco de Riofrio, mercedario,
de sesenta i siete años, que seducía a las indias de l\1oyo–
bamba; Fr. Juan de
~Iedina,
aragones; i Fr. Juan de
Ocampo, establecidos en Chile; los mercedarios Fr. Gaspar
de Frias l\{iranda, Fr. Diego de Ohaves i Fr. Alonso Diaz, ·
que fué testificado por mas de cuarenta indias; los fran–
ciscanos Fr. A.lonso Diaz Becoso, gallego, de cincuenta
años; Fr. Antonio de la .Oliva i Fr. Francisco Rabanal,
domiciliados en Panamá; los clérigos Juan Silvestre, na–
tural de l\1érida, Juan de Figueroa, acusado en Guánuco
por cuarenta i. tres testigos; Melchor Maldonado, del ·cuz–
co, que lo fué por sesenta i siete, Juan de Valdivieso, cura
.de Chachapoyas, i Francisco de Mesa, en Salta.
Llegaba por estos dias a tal estremo el ubuso de las
solicitaciones en el confesonario, que Ordoñez se vió en el
caso de llamar la atencion del Consejo a lo que estaba
ocurriendo, especialmente en el Tucu1nan, "donde parece
que apénas ha habido sacerdote que no haya pecado en
ésto, decía, ....
y
lo que peor es, que hay algunos testifi–
cados que decían a las indias que el pecar con ellas no era .
pecado, y se echaban con ellas ca.rnaln1ente en la iglesia;"
solicitando, en consecuencia, que se le autorizase para agra–
bar las penas que podían imponerse a estos reos, confonne
a las instruceiones
14
•
Miéntra~
el inquisidor que habi.a quedado en Lima, se
0cupaba en ver quemar a los presos condenados por él,
Gutierrez de Ulloa, que cada dia se sentia mas agriado
de carácter
i
mas ensoberbecido con lo que hasta entón-
14.
Carta
do 20 de abril de 1599. El Consejo aceptó, en efecto, la
indicacion del inquisidor, recibiendo éste facultad de imponer hasta la de
galeras; pero, segnn se verá
mas
tarde, estuvo
m.uidistante de aplicar–
se. Véase con particulatidad el caso del jesuita Rafael Vanegas, del Co–
lejio de la Compañía de Sar!.tiago
de Chile.