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LA INQUISIOION DE LIMA
el día siguiente por la mañana, se partió de aquella ciu–
dad el dicho ynquisidor,
y
siguió su can1ino de los Char–
cas, y sabiendo en el camino dicho, que yo habia dicho
que trataba de .venirme a quexar del dicho agravio ante
vuestra alteza, y su consejo supremo de la santa y jeneral
Ynquisicion, envió el dieho ynquisidor hórden y mandó
al dicho Camargo y a otro Malaver, familiar del Sancto
Oficio, para que n1e prendiesen, y al canónigo Albornoz,
de la yglesia Catedral del Cuzco, le embió órden para que
hiciese ynformacion contra mí de lo que babia dicho o
hecho en su ausencia, y para que me pudiesen llevar pre–
so por caso de Ynquisicion. Los quales me prendieron con
mucho escándalo, acompañados de tres y quatro negros,
con hachas encendidas y alabardas,
y
n1e sacaron de la
cama donde estava aquella noche, en la casa del dicho
corr€gidor, curándone de la dicha herida de la cabeza, y
secrestaron los bienes, en presencia de don Francisco
U
rena Vallejo y otras personas, y me llevaron a la cárcel
pública de la dicha ciudad, con · varas altas de justicia, y
en ella me metieron en un aposento solo
y
me echaron
grillos
y
se llevaron las llaves del dicho aposento,
y
de la
dicha cárcel aquella noche;
y
el dia siguiente por lama–
ñana me mandaron aprestar para mediodía,
y
despues de
mediodía me sacaron preso con un grillo al pié,
y
me lle–
varon con mucho escándalo, con muchos yndios de guar–
da, por la calle pública de la dicha ciudad, con varas altas
de justicia, los dichos familiares, hasta llevarme hasta Si–
guana, un pueblo de yndios veinte leguas del Cu7.:co, don–
de estava el dicho ynquisidor Ulloa.,
y
llegado ante él, me
dixo que havia sabido que yo quería irme a quejar ante
V. A.
y
vuestra reverenda persona,
y
que V. A. estaba
satisfecho de que él era su· servidor,
y
de que todó el
mundo sabia que el dicho ynquisidor habia tepido a vues–
tra real persona asentado en un banquillo, y me preguntó
si sabia yo cómo habia tratado el dicho ynquisidor al con–
de del Villar, siendo virrey del Perú, y que todo el mun–
do temblaba dél,
y
me mandó que temblase yo tambien
delante dél, llamándome ' de bellaco, perro, y que supiese
que él habia metido la Ynquisicion en el Perú,
y
que por
su medio tenia
'l.
A. aquel reyno seguro,
y
me tomó ju-