CAPÍTULO V
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delitos, de que, por no interrumpir el hilo de nuestra na–
rracion, habremos de dar cuenta aquí.
Luis Lopez, en efecto, no contento de haber escapado
bien de aquél negocio, que tan caro hubo de costarles a los
domínicos, dió en afirmar que Cruz era loco i que, sin
embargo, los Inquisidores le hacian hereje, "Y que no qui–
siera él tener la conciencia d.e Cerezuela.." Pero si los jue–
ces pudieron desentenderse de su participacion en el
negocio de Cruz i la Pizarro, no quisieron permanecer
impasibles tratándose de doctrinas atentatorias a su auto–
ridad i buen nombre, i, en consecuencia, le abrieron pro–
ceso.
11
Paresce, esponian los Inquisidores, por la ynformacion
que contra él avia ántes en este Sancto Officio, que en
los conjuros que se hicieron a doña María Pi9arro fué él
el principal exorcista
y
el primero que trata de que se le
12. Lopez, que era natural de Estepa, maestro en artes
i
bachiller
en teolojía, Miguel de Fuentes, (cuyo proceso veremos luego)
i
Ruiz
Portillo, que hacia de prelado, fneron los primeros jesuitas que vinie–
ron a
fun~ar
al Perú. He aquí lo que dice de ellos Fr. Diego de Cór–
doba Salinas ... <(Envió San Francisco de Borja. que entónces era jene–
ral de la Compañía, entresacando de muchos relijiosos que se ofrecieron
para mision tan difícil, a los muy reverendos padres Antonio Alvarez
(que murió en Panamá) Luis Lopez, Miguel de Fuentes,
i
por cabeza
i
prelado aquel insigne
i
a todas luces apostólico varon el padre
J
eró–
nimo Ruiz Portillo.))
Coronica, etc.
Sobre este último es curioso lo que
refiere Calancha, que recien llegados a Lima los padres, predicaba un
dia,
i
qu-e en esas circunstancias tembló la tierra: cdos que no quisieron
atribuir el temblor a efectos de filosofía, dice el cronista, lo juzgaron
por pronóstico \enturoso, pensando que se estremeció la tierra por te–
ner sobre si la Compañía del ejército de la gloria;» añadiendo poco
despues, que cce] temblor grande que acabamos de decir, fué en el Perú
al tiempo mesmo que en España se proveyó este Tribunal (la Inquisi–
cion) para esta monarquía,
y
si se hiciera el cómputo, se viera que fué
el mismo mes,
y
quizá el mismo día y hora; y el Demonio hizo temblar
la tierra porque venia el Tribunal de la fe a quitar la posesion al tirano
y dársela a su verdadero Criador.))
Coronica,
pájs. 616 i 617.
~fe]endez
añade que los domínicos «sirvieron y regalaron a los je–
suitas como ánjeles del cielo, que por tales los tuvieron nuestros frailes,
y todos los vecinos de la ciudad, porque a la verdad, eran anjélicas sus
virtudes, y en todo se mostraban mas que hombres.>)
Tesoros verdade–
ros,
t. I, p. 405. Portillo «acabó la vida con opinion de santo,» dice Fr.
Buenaventura Salinas,
Memorial de las kistoria;s del Nuevo ],fundo Pi–
'rú,
1680, p. 219.