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CAPÍTULO V

95

tado que diga la verdad, dijo que no tiene mas que decir

que lo que tiene dicho.

11Fuéle mandado poner unos zara.guelles

y

que se des–

calze,

y

amonestado que diga la verdad, dijo que no tiene

que decir mas de lo dicho.

• 11

Fué mandado quitar el jubon,

y

amonestado, dijo que

no tiene mas que decir.

11Fué mandado quitar las calzas y los zapatos, dijo: ve–

rá U. S. cuan flaco soy y cuan facilmente se acabará mi

vida.

11Fué mandado descalzar y quitar los zapatos,

y

amo–

nestado, dijo que no tiene mas que decir.

11Fuéle mandado quitar la camisa y quedó desnudo y

con los zaraguelles y sentado en el potro, y amonestado

que diga la verdad, dijo que no tiene que decir mas de

lo dicho.

11Fué mandado tender en el potro,

y

estando tendido,

fué tornado a amonestar que diga verdad, dijo que no

tiene mas que decir.

11Fuéle dicho que por ser ya dada la hora, le manda–

ron quitar del tormento, con protestacion que hacian que

no le habian por suficientemente atormentado, que reco–

rra su memoria y diga verdad, y así le fué mandado vestir

'Y volver a la cárcel

5

."

Rabian, sin embargo de trascurrir dos años mas toda–

vía ántes de que terminase en la hoguera el suplicio de

aquel cuerpo ya tan estenuado.

Por lo qne toca a los cómplices de Cruz, la Pizarro,

com_o ya sabemos, yacía sepultada en el convento de la

Merced, sin que nadie tuviese noticia de lo que habia si–

do de ella. Ni era ménos triste lo que había acontecido

con Toro. Sus defensas quedaron terminadas a fines de

setiembre de

1575,

poco mas de tres años despues de su

prision, en cuya época dió parte el médico del Tribunal

que el preso se sentía acometido de nna calentura contínua

i

en mucho peligro de su vida. Mandaron llamar entón–

ces los Inquisidores al provincial de los franciscanos, Fr,

5.

Oausct

de

Cruz?

al

final .