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INQUISICIÓN DE CHILE
migo, y confiándole al capitán Juan Martínez de
Leiva, lo despachó para el Callao á que fuese á
llevar la noticia ele hallarse en estas aguas el bu–
que corsario) y tan buenos vientos soplaron al di–
ligente emisario que llegaba allí en sólo quince días
y
untes de que Hawkins se hubiese aún dejado ver._
Hubo el Virey ele aprestar sin tardanza una escua–
dra que confió á su cuñado don Beltrán de Castro
y
de la Cueva, quien el 2 de Julio lograba, después
de un encarnizado combate) apresar
á
la nave
enemiga con toda su tripulación en la bahía de
Atacames del reino de Quito. Los ingleses expe–
rimentaron bajas considerables) pero al capitular
pactaron que se les tratase como prisioneros de
guerra.
La noticia del combate de Atacame.s
y
prisión
de Hawkins fué recibida en Lima por el Virey Hur–
tado de Mendoza con regocijo extraordinario. «Lle–
garon los despachos del general español
á
esta
ciudad de Los Reyes, dice un testigo presencial,
miércoles en la noebe, á catorce de Septiembre de
este dicho año de 1594, que se celebraba la fiesta
rle la Cruz, de q,ue es Su Excelencia devotísimo . Y
á
la misma bora fué al monasterio de San Agustín)
donde visitó el Santísimo Sacramento y el crucifijo
traído de Burgos, que está en una capilla de este
convento, dando gracias por tan célebre é impor–
tante victoria;
y
por más regocijarla anduvo por
las calles, acompañado de sus criados y de otros
muchos caballeros.
y
vecinos que acudieron con
sus hachas encendidas; y el viernes siguiente por
la tarde, demás de las gracias que en cada parro–
quia y convento en particular se habían dado, se