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INQUISICIÓN DE CHILE
mo Helis, que venía en la armada en calidad de
grumete, de edad de diezisiete años cuando se co–
menzó su causa.
Á
pesar de que el reo afirmó una
y otra vez que desde que había estado en Chile
tenía por buena la ley de los papistas, fué conde–
nado en seis años de galeras, con hábito y cárcel
perpétuas.
Salió también en este auto .un francés llamado
Nicolás Moreno, que hallándose en Chile y tratan–
do, á cierto propósito, del poder grande que tiene
un rey, como uno de los circunstantes le advirtie–
ra que mayor era el del Papa, pues sacaba las áni–
mas del purgatorio y abría las puertas del cielo,
Moreno le replicó : «ánde, cálle, que como esos pa–
pas habrá llevado el diablo
y
estarán en ·el infier–
no; » con lo cual los presentes se apartaron de allí
escandalizados. Mandado prender por el Santo Ofi–
cio y conducido á Lima, expresó ser natural de
Borgoña, de edad de cuarenta años
y
que se re–
tractaba de todo corazón de lo que había dicho, lo
que no impidió que fuese puesto á cuestión de tor–
mento, que fué moderado, sin que en él añadiese
nada de nuevo.
Salió al auto en forma de penitente, abjuró
de
levi
y
fué en seguida sacado á la vergüenza por
las calles con voz de pregonero que publicase su
delito.
Cuando concluyó la lectura de las causas de los
reos eran ya> como hemos dicho, las once de la
noche.
Á
esa hora> el Virey bajó del tablado para
acompañar á los Inquisidores hasta ·el Tribunal,
habiendo sido éste «de los soblenes auctos y de
más autoridad que se ha hecho en las Indias,