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CAP. VII-FUNDACIÓN DEL SANTO OFICIO

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Con todo, bien pronto habían de hallar materia

para entrar de lleno en el ejercicio de sus funcio-

persona á quien querían maleficiar. El crédulo del cura en castigo

de la brujería las hizo azotar y las repartió en seguida entre los ve–

cinos del pueblo para que sirviesen como esclavas; y como el protec–

tor del partido, don Carlos Lagos, reclamase de esa resolución, hízolo

don Simón tomar preso y meterlo á la cárcel. De aquí la interven–

ción del protector general, de la Audiencia y del Presidente, que to–

davía en 1757, después de ocho ai'\os, seguía aún entendiendo en tan

ridículo negocio.

Por más absurdas y grotescas que hoy nos parezcan las prácticas

y ceremonias de los hechiceros, que tanto que entender dieron al

Santo Oficio, el uso de la coca, tan arraigado entre los indios, bien

pronto se extendió

á

los espaiioles y especialmente á las crédulas mu–

jeres, haciéndoles soi'\ar en su virtud para el conocimiento del porve–

nir y éxito maravilloso de amores desgraciados; tanto que, no sólo

los Inquisidores, sino muchos de los Vireyes, en general, desde don

Francisco de Toledo, trataron

á

toda costa de proscribir su uso, sin

llegar á resultado alguno en un pueblo que lo aceptaba por tradición

y por necesidad y que hasta hoy desde el Ecuador hasta las altipla–

nicies de Bolivia lo conserva en su forma primitiva.

Pero si en su empleo se creía ver una invención diabólica, no había

de pasar mucho tiempo sin que se hiciese igual sugestión respecto de

otra planta americana, tan generalizada en otra

ép~ca

casi tanto como

hoy el tabaco en muchos de los pueblos de la América del Sur. El

reverendo jesuita Diego de Torres, provincial que fué en Chile, 'l'ucu–

mán y Paraguay, expresaba, en efecto, al Tribunal, á principios del

siglo XVII:

«En estas dos gobernaciones de 'l'ucumán y Paraguay se usa el

tom_ar la yerba, que es zumaque tostado, para vomitar !recuente–

mente, y aunque parece vicio de poca consideración, es una supersti–

ción diabólica que acarrea muchos dai'\os, y algunos que diariamente

toca su remedio á ese Sancto Tribunal: el primero destos es que los

que al principio lo usaron, que fueron los indios, fué por pacto y su–

jestión clara del demonio, que se les aparecía en los calabozos en

figura de puerco, y agora será pacto implícito, como se suele decir

de los ensalmos y otras cosas; segundo, que casi todos los que usan

deste vicio, dicen en confesión y fuera de ella que ven que es 'vicio,

pero que ellos verdaderamente no se pueden enmendar, y entiendo que

así lo creen, y de ciento no se enmienda uno, y lo usan cada día,

y

algunas veces con harto daño de la salud del cuerpo y mayor del

alma; tercero, júntanse muchos á este vicio,

etiain

cuando los demás