202
INQUISICIÓN DE CHILE
Y
tanto Cerezuela como Arrieta, á poco de llegar,
denunciaban el hecho de que, especialmente en la
provincia da Guamanga, algunos indios bautizados
públicamente enseñaban á otros «que lo que les
predican los sacerdotes cristianos, de las cosas de
nuestra santa fé católica es falso y que no puede
ser verdad, y que llamen á los sacerdotes cristia–
nos, que ellos les harán conocer que es falso lo que
les enseñan.» Arrieta añade que aún se azotaba á
los indios que daban señales de creyentes, por lo
cual aconsejó al Inquisidor que, apartándose de
sus instrucciones, proeediese desde .luego á en–
causarlos, aduciéndole que en Sevilla había visto
á:
muchos esclavos· moros, que dogmatizaban á
otros esclavos cristianos, que por pervertidores de
los fieles los prendían y castigaban, «y he visto
quemar algunos, termina, no obstante que son mo–
ros y no baptizados. »Cerezuela, á pesar de eso, sólo
se limitó á consultar el caso al Consejo.
Más tarde, sin embargo, los indios dieron bas–
tante que hacer á la Inquisición, por las supersti–
ciones que infundían á la gente de baja esfera, ha–
ciéndoles creer en las maravillas que era capaz de
producir en los hechizos la coca, cuyo uso desde
aquel entonces el Virey Toledo había tratado de
desarraigar.
31
34
Á
mediados del siglo XVIII ocurrió en Chillán un caso en que
se contravino
á
la excepción establecida en favor de los indios, que
motivó no pocos tragines al protector general,
á
la Audiencia y al
mismo Presidente. Denuncióse, en efecto, allí como hechiceras
á
ciertas indias ante el cura del pueblo, don Simón Mandiola, quien,
haciendo caso de inquisición, procedió
a
recibir las deposiciones de
aquellas indias, que le contaron con la mayor seriedad que se conver–
tían en
chonchon(s
y se iban de noche volando hasta la casa de la