EN LAS ISLAS FILIPINAS
167
el bando de que no se admitiesen visitas de regula–
res y patronato.
ccEs constantisimo que en estos dos puntos estaba el
señor obispo do Camarines inclin adisimo á los intere–
ses de los regulares
y
que discurría con ellos sobre
unos mismos principios
y
vejeces ele do8cientos afios.
Otros tantos ha costado hacer que los regulares de
aquí obedezcan al Hey, nuestro sefior,
y
á los decre–
tos del Tridentino,
y
todavía no están allanados á
obedecer, aunque está decretado por el concilio el que
así lo hagan
y
mandado por el Rey, nuestro señor,
en su tomo regio, que es el que Ya por delante en las
actas del concilio.
«Por el buen modo y humanidad del arzobispo
y
obispo de la NueYa SegoYia. se pudo compo–
ner el que el ele Camarines asistiese á la sesión
primera; pero no tardó en
sen1brar el diablo su
cizaila. Como el ele Camarin0s consen'aba siem–
pre unos mismos sent imientos en orden á visi–
ta, patronato
y
elección ele secretarios, etc., fo–
mentados por los regulares, que lo tenían todo ga–
nado bacia sus intere es, no pudo clmar la armo–
nía,
y
así se fué explicando más sin rebozo . En una
palabra, llegó á términos do que por el, 'uperior Go–
bierno se intimó t'Llego
y
encargo para que fuese á. u
obispado. El concilio pro,jguió en paz
y
se conclu yó
con felicidad . Lo impu gnó desde su obispado el de
Camarines, publicó edictos dando por nulo el con–
cilio, etc.
Y
esto es, en suma, lo tocante al concilio.
Otro suceso es que el Gobernador retiró á 1\llanila
to~s
los agustinos que estaban en la proYincia ele la
Pampanga, que es la mejor provincia que tenían,
y