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EN LAS ISLAS FILIPINAS

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el bando de que no se admitiesen visitas de regula–

res y patronato.

ccEs constantisimo que en estos dos puntos estaba el

señor obispo do Camarines inclin adisimo á los intere–

ses de los regulares

y

que discurría con ellos sobre

unos mismos principios

y

vejeces ele do8cientos afios.

Otros tantos ha costado hacer que los regulares de

aquí obedezcan al Hey, nuestro sefior,

y

á los decre–

tos del Tridentino,

y

todavía no están allanados á

obedecer, aunque está decretado por el concilio el que

así lo hagan

y

mandado por el Rey, nuestro señor,

en su tomo regio, que es el que Ya por delante en las

actas del concilio.

«Por el buen modo y humanidad del arzobispo

y

obispo de la NueYa SegoYia. se pudo compo–

ner el que el ele Camarines asistiese á la sesión

primera; pero no tardó en

sen1brar el diablo su

cizaila. Como el ele Camarin0s consen'aba siem–

pre unos mismos sent imientos en orden á visi–

ta, patronato

y

elección ele secretarios, etc., fo–

mentados por los regulares, que lo tenían todo ga–

nado bacia sus intere es, no pudo clmar la armo–

nía,

y

así se fué explicando más sin rebozo . En una

palabra, llegó á términos do que por el, 'uperior Go–

bierno se intimó t'Llego

y

encargo para que fuese á. u

obispado. El concilio pro,jguió en paz

y

se conclu yó

con felicidad . Lo impu gnó desde su obispado el de

Camarines, publicó edictos dando por nulo el con–

cilio, etc.

Y

esto es, en suma, lo tocante al concilio.

Otro suceso es que el Gobernador retiró á 1\llanila

to~s

los agustinos que estaban en la proYincia ele la

Pampanga, que es la mejor provincia que tenían,

y