EN LAS ISLAS FILIPINAS
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vigilias los sermones de Bourdaloue y las vidas de
de santos. Que después de cumplir catorce años pasó
á
Paris, instruyéndose allí en «habilidades políti–
cas,» y
á
los diezisiete entró en un regimiento suizo
al servicio de S. M. C., y qne, habiendo caído pri–
sionero, pasó luego
á
Sicilia, donde el Marqués de
Lede le hizo su ayudante de campo; que estuvo en
Cataluna desde 1721 hasta 1727, fecha en que pasó
á
la Isla de Mauricio, de donde so escapó con los
ingleses
á
iviadras, por haber tenido allí un lance ele
honor. Que los ingleses, encuyacompaíiiaestuvohas–
ta
17;-37,
le dieron el mando de un navío de sesenta ca–
ñones, en el que hizo varios viajes, y entre ellos tmo
á
Inglaterra, que le permitió visitar
á
Francia y Ale–
mania, hasta regresar
á
Madras y pasar dealli
á
Mani–
la en
1737;
yquecontinuó en variosviajeshasta
1740,
en que se quedó definitivamente en Manila. En los
años de
1741
y
1742
hizo de. ele allí uno
á
Batavia
y
en el siguiente otro
á
Macao, durante el cual con–
siguió del almirante Anson le entregase 550 prisio–
neros espaíioles que llevaba, y que él condujo en
su barco
á
Manila. En 1745, por disposición del Go–
bernador, salió en una expedición de corso,
y
des–
pués se mantuvo de asiento en la ciudad y sus
contornos.
Procuró sincerarse con toda eficacia ante sus jue–
ces,
y
los calificadores declararon que una proposi–
ción, (la única) dicha en conversación, acerca de la
fundación de la Iglesia, era, por lo absoluta, formal–
mente herética;
y
á
pesar de eso, en Febrero de
1752,
se le puso una acusación de setenta
y
seis capítulos,
confesando en su respuesta que había dejado de oir