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LA
TNQU1SlCIÓ~
muchos ca usa ele las co n
fe,·
iones forzadas
y
malas,
y
que así parecía mejor qne no hubiese tal obl igación,
y
trajo no se qué co nc ili áb ulo do obispos e n f<l\'Or ele–
este el icho, y M1acl ió que
todo es to había dicho
Mr. Fa ll et. >>
.Desp ué de tirar In pioclra, el büen
jc,
nit a aiiadia:
«Yo debo suponer
y
e toy como cierto de que este–
tal s uge lo en
la
com·er ación de di cha obligación,
habló muy material men te
y
sólo
discursas gratia,
pues
él g u ta de hablar
muc.ho; en lo demús, buen católico
y penitente mio . Ni ar¡uc l con qu ien habló se escan–
da lizó en ninguna manera,
;r
aún lo excu só
á
mon–
sieur Pall et, diciendo que lo había dicho así, pero sólo
discursus gratia.>)
Ya. con esta carla en s u poder·, el comisario vió
algún fundamento para ini ciar
el
proceso c¡n e tanto
deseaba,
y
poco ele puó procedía
a
recibir declara–
ción
á
quince testigos, que todos, co n excepción de
dos, fueron llamados.
En esas declaraciones hay algunas cosas curiosas,
como ser, que oyó, dice un o, que e n su casa teniaFallet
«una cajuela ele polvo con pintura de una. madama
en cueros, y habe r oído
á
una cuií ada s uya. que te–
nia. un vidrio mágico
1
ara ver desnudas las mujeres.>>
El Tri buna l acep tó el fundamento el e las denun–
ciaciones en vista del parecer ele lo
calificadores
nombrados, y especia lm ente por lo que
e decía ele
haber el reo reciuid o la comunión de los holandeses;
y en
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el(-'
Marzo de 1749 envió orden de prenderle
con secuestro de bienes, encargando que declarase
el anterior comisario Arechederra, entonces obispo
de Nueva Segovia., sobre el fundamento con que