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I~QUISICIÓ~
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setenta
y
un aiíos.-D.
P eclro de Arteta,
secre–
tario.>>
1
Pero el delito había sido consumado y la repara–
ción que se otorgaba al reo del Santo Ollcio no le
alcanzaba siquiera con vida! Y el principal causan–
te de todo iba á quedar al fin sin castigo, corno que
la muerte vino á sorprenderle á su vez el18 de Ene–
ro de 1674, en el cur o de su navegación desde
Ma–
nila á Acapulco, librando á lo Inquisidores ele pro–
nunciarse á s u respecto . lVIny pocos días después de
este suceso,
y
con mal disimulada satisfacción, es–
cribían al Consejo, creyéndose libres ya de toda
responsabilidad:
((y
al presente, en lo que se ha re–
conocido, procede muy bien el comisario que se nom–
bró y con mucha inteligencia, dándose por adverti–
do
y
entendido de todo lo que está prevenido para
que no se cometan excesos, y parece que aquellas
Islas están muy recobradas y tienen buen e tado.»
2
1.
Libro 77'S, folio 491.
2 .
La causa de Salcedo dió origen á una serie de impresos en
los que se ventilaron algunas de sus faces, cuya consulta puede
ser de utilidad para estudiar en sus detalles tan interesante inci–
dente de la crónica de las Filipinas.
E¡{
nuestra
'Biblioteca hispano–
ameTicana
encon trará
el
lector descritos los que han llegaduá nues–
tra noticia.
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