CXVIII
LA INQUISICIÓN
cir, que el dicho Diego López de Lisboa es deudo
cercano de la dicha su mujer.
Otro testigo, llamado Antonio González, en
la
ciudad de la Trinidad puerto de Buenos Aires,
á
siete· días del mes de abril ele mili y seiscientos
y
once afios, elijo: que había seis altos, poco más ó
monos, que este testigo vino á este puerto de Bue–
nos Aires en el navío de Juan Quintero, persona
que reside en este puerto,
y
vino ansimismo en el
dicho navío una mujer que se llama Catalina de Es–
peranza, portuguesa de nación, que hoi reside en
este puerto y es mujer de _Diego Lópoz de Lisboa,
que ansimismo reside eu este dicho puerto,
y
con
ella vino su madr.e de la dicha Catalina de Esperan–
za, de cuyo nombre no se acuerda,
y
vino una her–
mana del dicho Diego López,
y
dos hijos del suso–
dicho y de la dicha su mujer,
y
un cunado del
susodicho, llamado Francisco Juan Navarro, el cual
traía una información de cristiano viejo que .hal.Jía
comprado de un fulano Navarro, cristiano viejo, que
le sirvió á él sólo para entr'ár por esto puerto.
Ansimismo sabe que, estando la dicha Catalina
de Esperanza y su madre y demás hijos
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la corte,
pidieron licencia á Su Majestad para pasar á estas
partes de las
India~,
á donde estaba el dicho Diego
López de Lisboa, marido de la susodicha,
á
Jo cual
Su Majestad mandó que ante todas cosas hiciesen
información de cristianos viejos; y que la dicha Ca–
talina de Esperanza la hizo por orden do Bernardo
Sánchez Pecador, hermitaf'lo, con quien vinieron,
con la ·cual pasaron á estas partes;
y
estando en este
puerto de Buenos Aires, oyó este testigo decir al di–
cho Bernardo Pecador, estando un día enojado con
el dicho Diego López, que buen pago le daba do lo