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Diego de Lisboa se había huido del Santo Oficio;
y
habiendo pasado á Buenos Aires, halló allí al dicho
Diego López de LisLoa, avecindado, con su casa po–
blada; y que esto declara por descargo de su con–
ciencia, y que no lo dice por odio ni enemistad.
De la mujer del dicho Diego López de Lisboa, di–
cen seis testigos contextes, portugueses,
lo si–
guiente:
En la ciudad de la Trinidad de Buenos Aires,
provincia del Paraguay, á siete días del mes de
al>ril de miH y seiscientos y once años, Pedro Gó–
mez, sastre, portugués, dijo: que había tres días des–
pués de hab-er leido los edictos de la fe en la iglesia
mayor desta ciudad, oyó decir cómo Diego López de
Lisboa., vecino
y
residente on la dicha ciudad, tenia
una información ele cristiano viej'o, de que este tes–
tigo se admiró, por ser, como es, de la tierra de la
mujer del susodicho, y salle qne ella y todos sus
deudos y parientes son cristianos nuevos de nación,
y sabe ansimismo que en la ciudad de Evora, en
el dicho reino de Portugal, en el auto que el Santo
Oficio hizo allí, quemaron parientes y parientas inuy
cercanos de la dicha mujer del dicho Diego López
de Lisboa, lo cnal vido este testigo por sus·ojos, es–
tando presente á todo; y que estando este testigo en
la Bahía del Salvador, costa del Brasil, tuvo carta de
un tío suyo, que se llama .Manuel ?vléndez, sastre;
natural de la dicha villa de Mont Moronovo, por la
cual le daba
a~viso
de haLer quemado
á
una prima
hermana de Diego López ele Lisboa y á otros deudos
suyos; y, demás clesto, le dice también cómo se ha–
bían huido otros deudos de la dicha mujer del dicho
Diego López de Lisboa con otros muchos á Flandes
y á Francia; y asimismo sabe, por haberlo oído de-
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