DOCUMENTOS
XCVII
enviado á decir que no le atravesase los umbrales de
su casa. Otro magnate desta tierra dijo e11 cierta
ocasión: «Vaya el señor Obispo á Santiago, que ·yo
le voto á tal, que si entra en tal casa, de .echarle ·dos
balas en el cuerpo.)>
Dice!) que en toda su casa apenas se halla brevia–
rio,
y
que si no es en las órdenes que celebra,
ap~.!
nas dice misa en todo el año; cuando ejer0e el pon–
tifical es de man'era y con tan poea gravedad que
causa más irrisión y escarnio de lo que está hacien–
do que otra cosa.
Su confesor es un fraile mercenario, mozo indoc·–
to y sordo·, y
de
tales costumbres
y
modestia que,
alabándose de cosas,
vi.no á decir que éHenía dos do–
cenas de carnisas, que cada una· valía una barra.
Muestra
á
mi ver de su interior flaco
y
poco peni–
tente.
Hácesé servir de rodillas, con tantas genuflexio–
nes, reverencias
y
continencias que espanta. Dice•
me quien lo ha: visto y notado, que p?-ra despavilar
las candelas que tiene en su aposento, se hincan
los criados de rodillas tres veces antes de llegar á la
candela, y otras tres al retirarse, á la manera que
el Viernes Santo adoramos la cruz en las iglesias,
que por este modo me lo dijo la persona que lo
vió. -
Trata tan mal y tan de vos á boca llena á los clé–
rigos, teniéndoles en. pie
y
descaperuzados, q"1e se
huyen y ausentan,
y
aún le aborreeen,
anunci~ndo
le mil desventuras y daños.
Ha dicho que acá r1o tiene superior,
-y
qué le pue–
de hacer á él el Rey ni el Papa, que es tan exento,
que, dado caso que fuese hereje, ni lalnquisición po–
dría .conocer·de sus causas, etc.
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